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Siete de cada diez adolescentes italianos son adictos al “telefonino”

En Italia lo llaman “telefonino”, un diminutivo cariñoso que sirve para denominar al teléfono celular desde que se volvió una verdadera enfermedad capaz de embobar a grandes y chicos. Todos gozan recibiendo, fotografías, imágenes televisivas, e-mails, pronósticos del tiempo y hasta el horario del próximo bus que pasa por la puerta de sus casas. Pero sin duda, los más sedientos consumidores de las nuevas versiones de “telefoninos” son los adolescentes, para muchos de los cuales constituyen una compañía, un "guardaespalda" o amigo invisible con el que se sienten protegidos, una fuente de juegos y de diversión que ha dejado atrás al "Gameboy" y otros entretenimientos de bolsillo inventados por los japoneses.

Tanto es así que el 65,9 de los jóvenes italianos entre 14 y 16 años aseguraron sentirse muy ligados al celular, mientras dijeron lo mismo el 55,2 de aquellos entre 19 a 24 años y el 42,5 por ciento de aquellos entre 25 y 30 años. La pasión por el “telefonino”, para suerte de los padres, disminuye con la edad, según demostró esta investigación realizada por el instituto de estadísticas CENSIS (http://www.censis.it/277/280/339/3826/3827/3939/3945/content.asp). Una de las causas de esta dependencia recae sobre el frenesí que han generado los "SMS", los mensajes breves que chicos y grandes escriben y envían desde sus aparatos a otro celular. Con ellos juegan, intercambian bromas y saludos, se mandan piropos y se animan a decir cosas que por timidez esconderían.


A diferencia de Internet, que comunica a personas que ni siquiera se conocen, el SMS pone en contacto a personas de un círculo restringido. Pero también hay otras diversiones como las sonerías, que se pueden cambiar fácilmente mandando precisamente un SMS. Además, juegos hay para todos los gustos, desde los infantiles para los más chicos, hasta los pornográficos. Laboralmente hablando, en el celular se pueden recibir desde los datos de la bolsa de valores a las noticias, e-mails, actividades del municipio donde se vive, las condiciones del tráfico, informaciones sobre hoteles y transportes, entre muchas otras cosas. En cierta forma sustituye a Internet, aunque de todas maneras sigue siendo más limitado.

Para aprovechar el amor desaforado que los jóvenes le dispensan a sus celulares, investigadores de la Unión Europea están llevando adelante un proyecto piloto, el “M-learning Project" (http://www.m-learning.org), destinado a enseñar los rudimentos de la matemática y de la gramática a aquellos que hayan abandonado la escuela precozmente. El proyecto está siendo puesto en práctica en Italia, el Reino Unido y Suecia y los resultados parecen ser asombrosos. No solamente los jóvenes se han manifestado interesados, porque el teléfono les permite una cierta privacidad, dado que se avergüenzan de aprender siendo grandes, sino que muchos comparten sus logros con otros amigos, ayudando a difundir así el programa.

Entre los adultos, aunque un poco menos enfermizo que entre los jóvenes, el celular parece ser objeto de los más contradictorios sentimientos de odio y amor. Si en Italia se viaja en tranvía o en autobús, si se está en el cine o en un museo, los más variados "ring" pueden interrumpir la diversión. Con total desparpajo los propietarios de esos celulares, generalmente adultos, pueden sumirse en una larga conversación como si estuvieran solos, y transformar a sus vecinos en testigos involuntarios de sus trifulcas familiares o laborales. Incluso, la última adquisición de ciertas compañías permite recibir imágenes en vivo, por ejemplo de los goles de los partidos o de las escenas de "Grande Fratello" (Gran Hermano), lo que hace a estos programas prácticamente omnipresentes (http://www.grandefratello.com/).En Italia lo llaman “telefonino”, un diminutivo cariñoso que sirve para denominar al teléfono celular desde que se volvió una verdadera enfermedad capaz de embobar a grandes y chicos. Todos gozan recibiendo, fotografías, imágenes televisivas, e-mails, pronósticos del tiempo y hasta el horario del próximo bus que pasa por la puerta de sus casas. Pero sin duda, los más sedientos consumidores de las nuevas versiones de “telefoninos” son los adolescentes, para muchos de los cuales constituyen una compañía, un "guardaespalda" o amigo invisible con el que se sienten protegidos, una fuente de juegos y de diversión que ha dejado atrás al "Gameboy" y otros entretenimientos de bolsillo inventados por los japoneses.

Tanto es así que el 65,9 de los jóvenes italianos entre 14 y 16 años aseguraron sentirse muy ligados al celular, mientras dijeron lo mismo el 55,2 de aquellos entre 19 a 24 años y el 42,5 por ciento de aquellos entre 25 y 30 años. La pasión por el “telefonino”, para suerte de los padres, disminuye con la edad, según demostró esta investigación realizada por el instituto de estadísticas CENSIS (http://www.censis.it/277/280/339/3826/3827/3939/3945/content.asp). Una de las causas de esta dependencia recae sobre el frenesí que han generado los "SMS", los mensajes breves que chicos y grandes escriben y envían desde sus aparatos a otro celular. Con ellos juegan, intercambian bromas y saludos, se mandan piropos y se animan a decir cosas que por timidez esconderían.

A diferencia de Internet, que comunica a personas que ni siquiera se conocen, el SMS pone en contacto a personas de un círculo restringido. Pero también hay otras diversiones como las sonerías, que se pueden cambiar fácilmente mandando precisamente un SMS. Además, juegos hay para todos los gustos, desde los infantiles para los más chicos, hasta los pornográficos. Laboralmente hablando, en el celular se pueden recibir desde los datos de la bolsa de valores a las noticias, e-mails, actividades del municipio donde se vive, las condiciones del tráfico, informaciones sobre hoteles y transportes, entre muchas otras cosas. En cierta forma sustituye a Internet, aunque de todas maneras sigue siendo más limitado.

Para aprovechar el amor desaforado que los jóvenes le dispensan a sus celulares, investigadores de la Unión Europea están llevando adelante un proyecto piloto, el “M-learning Project" (http://www.m-learning.org), destinado a enseñar los rudimentos de la matemática y de la gramática a aquellos que hayan abandonado la escuela precozmente. El proyecto está siendo puesto en práctica en Italia, el Reino Unido y Suecia y los resultados parecen ser asombrosos. No solamente los jóvenes se han manifestado interesados, porque el teléfono les permite una cierta privacidad, dado que se avergüenzan de aprender siendo grandes, sino que muchos comparten sus logros con otros amigos, ayudando a difundir así el programa.

Entre los adultos, aunque un poco menos enfermizo que entre los jóvenes, el celular parece ser objeto de los más contradictorios sentimientos de odio y amor. Si en Italia se viaja en tranvía o en autobús, si se está en el cine o en un museo, los más variados "ring" pueden interrumpir la diversión. Con total desparpajo los propietarios de esos celulares, generalmente adultos, pueden sumirse en una larga conversación como si estuvieran solos, y transformar a sus vecinos en testigos involuntarios de sus trifulcas familiares o laborales. Incluso, la última adquisición de ciertas compañías permite recibir imágenes en vivo, por ejemplo de los goles de los partidos o de las escenas de "Grande Fratello" (Gran Hermano), lo que hace a estos programas prácticamente omnipresentes (http://www.grandefratello.com/).

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