Al-Qaeda se adjudicó el atentado en Madrid

MADRID.- A sólo horas de las elecciones presidenciales, la verdad tan sospechada estalló en España: la red terrorista Al-Qaeda se atribuyó, en una cinta, el atentado que provocó 200 muertos el jueves último y afirmó que fue una revancha por el apoyo que el gobierno de José María Aznar dio a los Estados Unidos en la guerra de Irak.

El fanatismo integrista ubicó así al país en la mira del terrorismo internacional y puso en grosera duda la insistencia con que el gobierno intentó responsabilizar por la matanza a la banda terrorista ETA, incluso cuando se acumulaban indicios que apuntaban al islamismo.
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Todo eso acrecentó en forma exponencial la sospecha de que se manipuló la información oficial sobre la cadena de atentados con mochilas bomba. Y descolocó al gobierno ante la crucial cita electoral.
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España era anoche un hervidero. Aun antes de conocerse el video con el que un lugarteniente europeo de la red de Osama ben Laden se adjudicaba la masacre, se desataron protestas populares. Miles de personas reclamaron conocer la verdad ante sedes del gobernante Partido Popular (PP) en todo el país.
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"Mentirosos, están jugando con los muertos" era lo más suave que se escuchaba. Tal el clima con el que el país se fue a dormir antes de presentarse hoy en las urnas.
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Las protestas comenzaron al conocerse nuevos y firmes indicios que apuntaban a la autoría del integrismo. Entre ellos, la detención de cinco sospechosos a quienes se investiga por la compra de uno de los teléfonos móviles usados para detonar las bombas que destrozaron cuatro trenes suburbanos cargados de trabajadores y estudiantes. Tres de los detenidos son marroquíes y otros dos, de origen hindú. Otros dos españoles fueron interrogados pero no quedaron arrestados. Ninguno tiene conexión con el mundo etarra, según se informó.
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"Hay que ser cautos con el origen de la cinta", insistió el ministro de Interior, Angel Acebes, en una conferencia de prensa convocada a las dos de la madrugada local. Para entonces, su credibilidad estaba muy deteriorada ante cronistas de todo el mundo que seguían el suceso.
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Fuentes de la investigación aseguraron que los marroquíes "están vinculados" con grupos extremistas en su país. Antes de la medianoche, Rabat había enviado sus identificaciones y antecedentes.
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Con el nuevo panorama, nada es más viejo que las encuestas que pronosticaban una victoria del gobierno de José María Aznar por al menos cuatro puntos. Por el contrario, su partido asiste hoy muy incómodo a comicios de resultado más incierto que nunca. Con la indignación que había en España, cualquier cosa puede producirse en ellos.
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El video con la adjudicación integrista del atentado fue encontrado en un cesto cerca de una mezquita madrileña. Hasta allí se trasladó la policía, luego de que una llamada anónima en árabe advirtiera de su existencia a un canal de televisión.
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"Declaramos nuestra responsabilidad por lo que ocurrió en Madrid exactamente dos años y medio después de los atentados contra Nueva York y Washington", señaló el vocero, vestido con ropa típicamente árabe. "Esto fue en respuesta a su colaboración con los criminales de Bush y sus aliados", añade.
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España vivió una noche trepidante. Frente a las sedes del PP sonaban cacerolazos, insultos y protestas espontáneas, inimaginables antes del jueves."¡Mintieron con los muertos!" era de lo más suave que se escuchaba.
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"Esto es intolerable", contestó, en un discurso televisado el hasta entonces candidato favorito y delfín presidencial, Mariano Rajoy. Pero su intervención no hizo sino impulsar más gente aún a las calles. "El gobierno nos ha mentido", acusó sin tapujos el dirigente socialista Alfredo Pérez Rubalcalba.
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La indignación perfilaba una noche tensa y difícil, lejos del dolor y del respetuoso silencio con que la ciudad había enterrado durante la tarde a sus muertos.
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Tesis en duda
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El panorama electoral ya se había alterado con la enorme conmoción que causó el jueves el peor atentado terrorista en la historia del país y de Europa. Y volvió a alterarse con las evidencias de que se desmoronaba la pista etarra en la que insistió el gobierno. Sobre todo, a partir de las 20 -sólo 12 horas antes de abrirse las urnas-, cuando el ministro del Interior admitió la detención de los cinco sospechosos y sus filiaciones.
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Si bien aún no se sabía -ni se sabe- la última palabra, ya eso descolocó por completo la tesis de culpabilidad sobre la banda terrorista ETA en la que el gobierno insistió desde el primer momento, sin más evidencia conocida que sus sangrientos antecedentes y la "convicción moral" de su autoría. El broche llegó pasada la medianoche con el comunicado de Al-Qaeda.
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Es que si bien para los muertos, para sus familias y para la sociedad el efecto del terrorismo es el mismo, en términos políticos internos es muy distinta la onda expansiva de una autoría de ETA que una del integrismo islámico.
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La primera fortalecería la política interior de Aznar, mientras que la segunda caería sobre su solitaria política de apoyo a la invasión de los Estados Unidos en Irak. La sospecha anoche en España era que los datos fueron manipulados en ese contexto y para atenuar el peor impacto para el gobierno ante la cita electoral.
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"Queremos la verdad", "Aznar culpable", "Nos manipularon", decían los manifestantes autoconvocados.
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"La hipótesis de ETA sigue tan viva como al principio", dijo el ministro Acebes después de informar públicamente sobre las cinco detenciones totalmente ajenas al entorno del terrorismo separatista. Fue la última vez que lo dijo. Y fueron esas palabras las que lanzaron a los primeros manifestantes a las calles.
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Desde entonces todo fue un pandemónium que poco tuvo que ver con la ausencia de intervenciones políticas que por ley impone la jornada de reflexión.

"Esto está empujado por partidos políticos a los que prefiero no mencionar. Las manifestaciones son ilegales e ilegítimas", dijo el candidato Rajoy. Pero al cierre de esta edición la policía no se atrevía a disolverlas.
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"No nos sentimos aludidos. Jamás citaríamos una manifestación contra un partido democrático. Estas son manifestaciones populares", replicó el socialista Pérez Rubalcalba. A diferencia de Rajoy, el candidato presidencial del socialismo, José Luis Rodríguez Zapatero, prefirió no comparecer en atención a la ley que se lo impide.
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Todo había cambiado en España, dolorosamente atormentada por estas horas. Nadie se atrevía a pronosticar nada, ni siquiera bajo los numerosos antecedentes que señalan que una sociedad movilizada beneficia generalmente a la izquierda.
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Lo cierto eran la rabia y la tristeza infinitas, que hoy también se expresarán -de algún modo- en las urnas.

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