El Papa entregó ayer la bula de investidura y el birrete cardenalicio (por primera vez no se lo puso en la cabeza para ahorrar fuerzas), a cada uno de los 30 nuevos cardenales que anunció el 28 de setiembre y mantuvo el secreto "in pectore" de otro purpurado, que según las versiones podría ser un chino o un ruso. En un clima melancólico por el deterioro de la salud del pontífice, 150 de los 195 miembros del Sacro Colegio asistieron a la ceremonia en la plaza de San Pedro ante diez mil personas.

Entre los 135 cardenales electores, menores de 80 años, que entrarán en el Cónclave que en la célebre Capilla Sixtina elegirá al sucesor de Juan Pablo II, se encontraba el sucesor del anciano y enfermo pontífice, quién leyó con fatiga la fórmula de rito en latín pero nuevamente no dijo ni un párrafo de la homilía, leída otra vez por el arzobispo argentino Leonardo Sandri, que ocupa el estratégico cargo de Sustituto de la Secretaría de Estado.
 

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