Una creación en tiempos oscuros

La APDH nació el 18 de diciembre de 1975, en medio del caos y la injusticia política que precedió al golpe de Estado de 1976. Figuras de diversas corrientes, como el obispo Jaime de Nevares y el rabino Marshall Meyer, unieron fuerzas con políticos y activistas para garantizar la defensa de la dignidad humana, por encima de cualquier ideología.

En un período en el que la Triple A actuaba con total impunidad, la organización comenzó a visibilizar las persecuciones y desapariciones, convirtiéndose en un símbolo de resistencia.

Archivos que iluminan la verdad

Uno de los logros más relevantes de la APDH ha sido su archivo de denuncias. Durante los años de plomo, mientras los cuerpos de justicia se mantenían ciegos y sordos, la Asamblea ofreció un espacio seguro para el testimonio de familiares de desaparecidos.

«La APDH transformó el sufrimiento individual en una reclamación colectiva. Sus registros son la base de gran parte del Informe Nunca Más», destacan figuras clave de la organización.

Estos testimonios, recogidos a costa de grandes riesgos, fueron vitales para que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos verificara las atrocidades en su visita de 1979 y para sustentar el Juicio a las Juntas en 1985.

Retos contemporáneos: hacia un futuro inclusivo

En sus 50 años de existencia, la APDH no solo se detiene en la memoria del pasado. Aunque el lema de Memoria, Verdad y Justicia sigue siendo central, la organización ha adaptado su enfoque a los desafíos actuales del siglo XXI:

Derechos Sociales y Económicos: Acción contra la pobreza y la exclusión social.

Medio Ambiente: Defensa de los recursos naturales frente al extractivismo.

Violencia Institucional: Vigilancia del comportamiento de las fuerzas de seguridad en un marco democrático.

Géneros y Diversidad: Inclusión de la perspectiva feminista en la agenda de derechos humanos.