El pasado 5 de diciembre, nuestras oficinas en Buenos Aires fueron el escenario de un encuentro inspirador con Milagros Miceli, reconocida por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes en inteligencia artificial. Su crítica aguda a las empresas que desarrollan estas tecnologías no solo desafía el status quo, sino que también invita a la reflexión.

Una crítica necesaria a la IA

Miceli, con un enfoque crítico hacia el desarrollo y uso de la inteligencia artificial, nos invita a cuestionar el fervor actual por estas tecnologías. Su discurso escapa del llamado «hype» y propone un análisis más profundo sobre lo que impera detrás de la nomenclatura de IA.

Más allá de la IA: Tecnologías de automatización

La investigadora resalta la importancia de referirnos a tecnologías de automatización, destacando que el término «inteligencia artificial» puede ocultar su funcionamiento y sus impactos. Esto incluye repercusiones sociales, laborales y ambientales que no siempre son evidentes.

Las tres formas de explotación según Miceli

Durante su intervención, Miceli expuso tres formas centrales de explotación relacionadas con la IA:

1. Explotación de la creatividad humana

Se entrena a los modelos de IA con contenido producido sin el consentimiento de sus autores, lo que plantea serios conflictos de derechos de autor y concentración de beneficios en unas pocas grandes empresas.

2. Trabajo humano invisibilizado

Las condiciones precarias en las que laboran quienes alimentan la IA son alarmantes. Muchos de estos trabajadores no gozan de derechos laborales y enfrentan condiciones inadecuadas, lo que cuestiona un sistema que prioriza la reducción de costos sobre el bienestar humano.

3. Explotación de recursos naturales

La infraestructura necesaria para la IA, como los data centers, consume enormes cantidades de agua y energía, generando una huella ambiental significativa. La reciente propuesta de un mega data center en la Patagonia obliga a una reflexión crítica sobre sus impactos.

Cuestionando la objetividad de la IA

Miceli también desafía la noción de que la IA es objetiva o neutral. En cambio, sugiere que estas tecnologías pueden perpetuar clasificaciones y visiones que reflejan los intereses de quienes las desarrollan.

Poder en manos de unos pocos

La concentración de poder en pocas empresas no solo resulta en ganancias desmedidas, sino que también afecta la forma en que se produce el conocimiento y se toman decisiones dentro de la sociedad.

Construyendo un futuro ético

En un escenario complejo como este, Miceli insta a no rendirse ni caer en el optimismo ciego, sino a plantear la pregunta fundamental: «¿Para qué y para quién se desarrolla la IA?». Esto implica promover regulaciones adecuadas y fomentar un pensamiento crítico. Se trata de diseñar tecnologías que respondan a las necesidades reales de las comunidades.

El conversatorio concluyó con el llamado a imaginar un futuro donde el desarrollo tecnológico no sea solo extractivista, sino que busque un impacto positivo para todos. La responsabilidad se encuentra en cada uno de nosotros, definamos el camino hacia un futuro más equitativo y sostenible.

*Por Juan Santiago, CEO y Founder de Santex y miembro del board de la Liga del Bien de IA