Porque Daniel Scioli no será el próximo presidente

Porque Daniel Scioli no será el próximo presidente

Por Lorena Moscovich

Scioli difícilmente será presidente si no es candidato oficialista. Y difícilmente sea candidato oficialista. Por características que la hacen única, la provincia de Buenos Aires es un callejón sin salida para la carrera presidencial.

Scioli difícilmente será presidente si no es candidato oficialista. Y difícilmente sea candidato oficialista. Probablemente ni Scioli ni ningún gobernador bonaerense sea elegido nunca presidente compitiendo en elecciones.

Esta no es, como algunos dicen,  la regla no escrita del ocaso de los poderosos bonaerenses. La imposibilidad de ser presidente es una consecuencia necesaria de una condición anterior: el gobernador bonaerense no será nunca apoyado por el presidente saliente, ni siquiera cuando sean del mismo partido; en consecuencia, no podrá candidatearse y de hacerlo no disfrutará de las ventajas de contar con el aparato estatal al servicio de su campaña electoral, como bien lo constató Duhalde en 1999.

¿Por qué el presidente no apoyaría al gobernador bonaerense? Porque no lo necesita, al menos no tanto como a los otros gobernadores. “Nadie me va a enseñar nada de la provincia de Buenos Aires”, dijo la presidente Cristina Fernández el jueves pasado en un acto en Avellaneda.

El presidente apoya a los gobernadores que le apalancan el intercambio entre recursos públicos federales y favores políticos provinciales. A diferencia del resto de las provincias, en Buenos Aires el gobernador no es el mediador exclusivo para conseguir los insumos políticos, económicos y sociales que la provincia puede darle al presidente. El gobierno federal puede negociar con las provincias mediante la distribución de recursos públicos porque estas gastan mucho más de lo que recaudan y la parte que excede a los ingresos propios se cubre con este dinero de origen federal. Una parte se les asigna de manera automática con coeficientes dictados por la ley  23.548 de Coparticipación federal de impuestos, pero una fracción creciente, no coparticipable, se distribuye de manera discrecional.

La moneda de cambio de los gobernadores para beneficiarse de este reparto arbitrario es su control sobre las coordenadas de la política provincial, que les permite asegurarle al presidente apoyo electoral y legislativo: un Congreso disciplinado. La lealtad de los legisladores es hacia los gobernadores más que a sus partidos y votantes. Los gobernadores, que tienden a permanecer en el poder por más de un periodo de gestión, controlan las ramas partidarias locales en base al uso de recursos públicos y deciden quiénes serán candidatos u ocuparan cargos de gestión; definen así las carreras políticas de los dirigentes provinciales con los recursos federales con los que el gobierno central compra voluntades provinciales, cerrando el círculo del unitarismo fiscal y la centralización política.

Ahora bien, lo que es cierto para muchas provincias, en particular las menos pobladas y sobrerrepresentadas en las Cámaras federales, no lo es para Buenos Aires porque su gobernador no cuenta con muchos de los recursos políticos de sus pares. No puede resguardar su imagen porque lo que sucede en la provincia es recogido por los medios de comunicación nacionales; no puede cohesionar a la elite partidaria y económica de la provincia para evitar la aparición de competidores con buenas chances de disputarle la gobernación; ni tampoco aislar a la provincia de la influencia del gobierno nacional que busca hacer pié allí, en particular con el fin de sumar votos para las elecciones presidenciales o para contener algunos de los problemas que surgen en su territorio y que afectan a la reputación del gobierno federal, como la inseguridad.

Buenos Aires es única, en un sentido literal. Es la primera provincia en exportaciones con un 34% del total del país y produce más de un tercio del PBI nacional (datos de 2010). En términos relativos es la provincia que cuenta con menor cantidad de recursos de origen federal, porque tiene una buena cantidad ingresos por tributos propios. Sin embargo, esto no la hace independiente del gobierno federal. El 52% de sus ingresos son recursos derivados por la nación (datos de 2011), una parte importante de manera discrecional. Aunque la provincia aporta cerca de un 40% de los ingresos coparticipables, solo recibe por ley el 20% de los mismos. Entre 1973 y 2009 perdió 7,7%.

Buenos Aires posee índices de pobreza y desempleo mayores a la media nacional, en particular si consideramos el aglomerado del Conurbano. En 2008 el 61% de los delitos ocurrió en Buenos Aires. La provincia, además, concentra el 40% de la población del país. Dentro de la provincia, en 2010 un 63,4% de la población se encontraba en el Conurbano. Los municipios del Conurbano junto a la Ciudad forman el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) un territorio que comparte procesos económicos y sociales, pero carece de un gobierno común. El gobernador de Buenos Aires debe lidiar con cuestiones que requieren soluciones de largo plazo, que trascienden una o dos gestiones, y que muchas veces ni siquiera dependen exclusivamente de su jurisdicción, como el transporte, el crimen, el tratamiento de residuos y el cuidado del medio ambiente.

Para peor, como Dios es Argentino pero atiende en Capital, la combinación de la relativa indiferenciación de los procesos que se dan en el Conurbano y en la Ciudad con los problemas que surgen de la delicada situación social de muchos de los habitantes de la provincia y de la inseguridad resultan en un mayor eco de los problemas de la provincia en los medios nacionales y, como consecuencia, en el mayor desgaste de la imagen del gobernador bonaerense.

Desde el punto de vista de la política provincial, como un cinco que no te saca el aliento del cuello, el gobierno federal persigue al gobernador por toda la cancha, se mete en la política local, deriva recursos a políticos e intendentes puenteando al gobernador y poniendo candidatos para puestos legislativos y ejecutivos. La estructura radial de vinculación con políticos locales es característica del kirchnerismo, sin embargo en ningún lugar alcanza la dimensión que tiene en Buenos Aires. Gabriel Mariotto, el vice gobernador, sin ir más lejos, fue una imposición de la presidente. Y hasta los ministros del gabinete nacional intentan hacer pie en el Conurbano respaldando a diferentes candidatos. En la elección de intendentes del 2007, no menos de tres municipios tuvieron 4 listas del Frente para la Victoria. Lomas de Zamora tuvo no menos de 7. Otro problema adicional para el gobernador es que el sistema electoral provincial resulta en una desproporcionalidad entre la cantidad de votantes y la de escaños obtenidos en las Cámaras bonaerenses que beneficia al interior de la provincia y a la oposición no peronista. Si la mayor parte de los gobernadores tienen gravitación sobre lo que pasa en la política provincial, al gobernador de Buenos Aires el régimen local se le va de las manos: no siempre tiene éxito en que legisladores y políticos bonaerenses se alineen con él, y los intendentes más que en ninguna otra provincia tienen llegada directa al presidente.

Duhalde fue gobernador bonaerense y fue presidente. Llega al poder sin venir directamente de la gestión. Lo hace en la misma excepcionalísima situación que luego da lugar a la asunción de Kirchner, perdedor en las elecciones con solo el 22% de los votos. Duhalde fue el gobernador con más autonomía del gobierno federal y con mayor control de su territorio, con un peronismo unificado y el control del Fondo del conurbano. Ni siquiera esto le facilitó el apoyo del saliente presidente Menem cuando finalmente llegó a candidato. Se dice que Duhalde se apuró en candidatearse. Se dice también que Scioli se apuró manifestando su intención de competir en 2015, si Cristina no lo hacía. Pero, ¿cuándo habría sido un buen momento para anunciar sus candidaturas?.

La provincia de Buenos aires, tan lejos del cielo, tan cerca del gobierno federal, para la carrera presidencial, más que una plataforma privilegiada parece ser un callejón sin salida.

Lorena Moscovich, @LMoscovich, es politóloga, profesora de la UBA y becaria  post-doctoral del CONICET por UNSAM. 

Fuente imagen: iprofesional.com

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