El INTI desarrolla tecnología para mejorar el acceso de personas con discapacidad

«Pensé en el INTI porque éste era un trabajo que sólo se podía hacer desde el Estado. En 2005 fundamos el primer Centro de Tecnologías para la Discapacidad en el organismo y desde allí comenzamos a trabajar intensamente en diferentes líneas», afirmó el ingeniero Rafael Kohanoff. Kohanoff relevó la situación de la Argentina, donde el porcentaje más elevado es el de la discapacidad motriz. «Hicimos una lista de 10 o 12 objetos y nos planteamos si todo el mundo tenía acceso. Y lo que vimos fue que en el interior las personas más pobres no lo tenían. Con lo cual pensamos: `aquí está la oportunidad´». El plan era simple: hacer en el INTI los planos y manuales de sillas de ruedas, andadores, bastones, etc. y regalarle la tecnología a las pymes para que se instalen en todo el país; así, de paso, se fomentaba a la pequeña empresa. Así surgió el acuerdo con el Ministerio de Educación de la Nación y el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) y dieron origen al «Programa Productivo, Tecnológico y Social de Construcción de Dispositivos de Ayuda para la Discapacidad». Entre los más de 40 desarrollos que el programa lleva realizados, el ingeniero contó el caso del aro magnético, un dispositivo que se instala en un espacio que puede ser desde un aula hasta un teatro y que permite a las personas que utilizan audífono poder escuchar sólo lo que quieren, y no el sonido ambiente ya que en lugares concurridos, el audífono potencia también el «barullo». Y entonces la rueda comenzó a girar: se hicieron los planos y los manuales, se contactó de nuevo a las técnicas de los lugares donde se pidieron los aros, se capacitó a los alumnos en un día y al día siguiente se hicieron las instalaciones. Este trabajo ya se realizó en 230 escuelas de 18 provincias. La lista de ejemplos se extiende y los productos van desde lo más elemental, como la creación de un dispositivo para apoyar bastones o un calzador de zapatos, hasta el diseño de un circuito de aparatos que costó 70 mil pesos para la rehabilitación de niños con parálisis cerebral, que cumple la función de un equipo suizo que sale 700 mil euros. Además del reconocimiento en el Senado de la labor de Kohanoff, el programa fue destacado a mediados de julio por la Organización Panamericana de la Salud por «permitir que un mayor número de personas, especialmente con discapacidades, accedan a tecnologías que pueden mejorar su calidad de vida».

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