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viernes, abril 19, 2024
Ideas para aumentar el bienestar emocional

Ideas para aumentar el bienestar emocional

Los últimos estudios sobre el tema revelaron factores inesperados que podrían ayudarnos a ser más felices

Por   | Para LA NACION

Cuando en el medio de la separación con su ex pareja se enteró de que su departamento se había incendiado y de que todas su pertenencias personales y archivos de trabajo habían quedado destruidos, Victoria Giarrizzo pensó que tocaba fondo. Para sobrellevar la situación, comenzó a aplicar en su rutina diaria una serie de descubrimientos de una disciplina científica relativamente nueva, que esta profesora de la UBA de 39 años viene estudiando en detalle: la economía de la felicidad.

«En las instancias de malestar emocional, recuerdo que hay un componente químico en todo esto y trato de agregar proteínas a mi dieta, que generan felicidad. Salgo a correr, a jugar al tenis o al fútbol con mis hijos, actividades que producen endorfinas. O me pongo a tocar la guitarra o el charango, dos instrumentos que me conectan conmigo misma, y gracias a los que tengo una sensación de placer», cuenta Giarrizzo, que es economista, da clases en la universidad pública y dirige el Centro de Economía Regional y Experimental (CERX).

«Estudié Economía creyendo que iba a encontrar herramientas para mejorar las condiciones de vida de la gente y me decepcioné: me topé con modelos abstractos, que suponían que cuanto más consumía un individuo, más feliz era», explica. Con un grupo de colegas y psicólogos, entonces, Giarrizzo salió a la calle a hacer encuestas de percepción sobre temas económicos, para medir el bienestar o la infelicidad que generan. Hoy, es una de las principales referentes de la economía del comportamiento (la rama que cruza economía con psicología) en la Argentina y está a punto de publicar las conclusiones en el primer manual latinoamericano sobre el tema, Happiness Research in Latin America (Springer).

Los estudios económicos sobre bienestar emocional comenzaron en la década del 70, cuando desde la Universidad de Carolina del Sur, Richard Easterlin formuló su famosa «paradoja» que sostenía que, alcanzado cierto umbral de desarrollo, el hecho de que los países se volvieran más ricos no aumentaba el bienestar de la población. Desde entonces, se acumularon miles de investigaciones con conclusiones bastante conocidas: los factores que más influyen sobre esta variable son la salud mental, el hecho de estar empleado, el sentirse productivo, el estado civil, la armonía familiar y la mayor interacción social. Pero hay una serie de fenómenos inusuales y hallados en forma reciente que también impactan. Aquí, una lista con algunos de los más llamativos:

1 Buscar la felicidad nos hace más infelices : Daniel Gilbert, una autoridad mundial en el tema, profesor de Harvard, cree que un error extendido consiste en sobreestimar la cantidad de felicidad que nos darán ciertos eventos (de consumo o de experiencias), y que «rumiar» en forma permanente sobre lo aburridos que son nuestros proyectos y cómo hacerlos más divertidos nos encierra en un círculo vicioso. «Hay que dejar de creer que la felicidad la vamos a encontrar tirándonos en paracaídas, yendo a bucear con delfines o haciendo cosas para las que necesitamos mucho dinero, sino conectándonos con lo que hacemos cotidianamente, tanto en los momentos de trabajo como en los de recreación», dice Giarrizzo.

2 Ver películas tristes : un estudio publicado en octubre de este año y liderado por la psicóloga Silvia Knoblock-Westerlick, titulado «El público de tragedias repasa sus bendiciones: la tristeza en la ficción lleva a sentirse mejor en la vida real», reveló las conclusiones de un experimento realizado con voluntarios a los que se les hacía ver por primera vez Expiación, deseo y pecado , un film que trascurre en Inglaterra, en 1935, basado en la novela de Ian McEwan y sumamente triste. El estudio halló que cuanto mayor es la percepción de tristeza en relación con la historia, mayor es la sensación de felicidad con la vida personal. De 361 encuestados, hubo una correlación positiva entre las lágrimas y el bienestar reportado con la vida personal de cada entrevistado. Como si pensaran: «Al lado de este tipo encarcelado injustamente en medio de la Segunda Guerra Mundial, mis penas cotidianas no son tan graves».

3 Viajar en subte : esto vale para Europa, pero habría que medirlo aquí, con paros aleatorios y vagones repletos en hora pico… Un paper publicado en 2011 en el Journal de Psicología Social Aplicada mostró que un grupo significativo de trabajadores suecos a los que por un mes se les cambió su rutina de viaje a la oficina (iban en micro y se los hizo viajar en subte) informaron un mayor nivel de bienestar.

4 Sexo con amor: chocolate por la noticia. ¿Qué tiene de inusual que acostarse con una persona a la que se ama aumente la felicidad? Algo más raro fue el hallazgo de un estudio de dos economistas argentinos (Pablo Schiaffino y Martín Tetaz) que descubrieron, en una muestra amplia, que el «sexo sin amor» no mueve el amperímetro en términos de felicidad (equivale prácticamente a no tener relaciones).

5 Lavar los platos y cortar el pasto : los hombres que colaboran sistemáticamente con las tareas hogareñas son más felices que quienes no lo hacen. Lo descubrió una profesora de Cambridge, Jacqueline Scott, sobre la base de una encuesta de 30.000 participantes realizada en 34 países. Hay un apartado especial para la tarea en la que se reporta más placer: cortar el pasto. El césped recién podado libera ciertos químicos que atenúan el estrés.

6 Pensar en la muerte : focalizar la mente en el final de la vida puede llevarnos a una reflexión profunda que termine en una sensación de mayor bienestar con nosotros mismos, asegura el psicólogo Kenneth Vail, de la Universidad de Missouri (EE.UU.). Aun cuando esos pensamientos sean inducidos en forma sutil: Vail realizó encuestas a personas que pasaban por casualidad por la cuadra de un cementerio.

7 Viajes en duda : hay toda una subrama de la economía de la felicidad dedicada a las vacaciones, que recomienda viajes cortos, con experiencias distintas concentradas en el final del periplo (que generen memorias placenteras), y que pondera a los descansos fuera de casa por encima de los gastos en bienes de consumo, que producen un bienestar más efímero. La novedad son trabajos enfocados en el «malestar del ocio», de un porcentaje de personas que se enferma «justo» en las vacaciones, un fenómeno que estudia el experto holandés en calidad de vida Ad Vingerhoets.

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