Macao, la capital asiática del juego

Para muchos es mejor que Las Vegas. A pesar de su mosaico de expresiones culturales, de su museo repleto de arte de la dinastía Qing y de las joyas de la pintura portuguesa alojadas en el Palacio do Senado, Macao es más conocido en el mundo entero por sus casinos y salones de juego.
Estos lugares permanecen abiertos día y noche y, al igual que en Las Vegas, y mantienen una iluminación especial, temperatura y nivel de oxígeno apropiados para que las personas no se sientan cansadas durante muchas horas y puedan continuar apostando

Los macaoenses se jactan de tener la variedad más amplia de juegos del mundo entero. Con mesas de black jack, jack pot, póquer y un sin fin de máquinas traga monedas (que los habitantes del lugar llaman "tigres hambrientos") y un constante ir y venir de meseros con viandas exquisitas, la ciudad busca convertirse en la favorita de los millonarios que en muchas ocasiones van allí a apostarm mil 500 dólares (alrededor de 17 mil pesos) en una sola mano de póquer.

Los casinos están regulados por el exceso: de luz, de dinero, de gente, de comida. Los hoteles que los alojan tienen habitaciones de mármol con baños de vapor privados, jacuzzis, mayordomos particulares, televisiones de plasma y karaoke.

El más nuevo de ellos, el Sand´s, sólo permite que se alojen ahí los apostadores más fuertes y les brinda las habitaciones de forma gratuita.

El crecimiento de la ciudad es uno de los más impresionantes de la historia de cualquier región del mundo. Al ser legales las apuestas en el país, la inversión que han atraído los casinos varía entre los 700 millones de dólares gastados para echar a andar el Casino San Pablo a los mil 600 millones de dólares que costó el Sand´s.

Las ganancias de estos lugares por apuestas son fabulosas. Muchos afirman que superan los 7 billones de dólares al año.

Un proyecto bajo el agua

En busca de mayores atractivos para el selecto grupo de personajes al que dirigen sus miradas, empresarios chinos, australianos y japoneses estudian una alianza para desarrollar el primer casino subacuático del mundo. Se trata de un conjunto de salas de juego que incluirá un hotel con más de 3 mil habitaciones, un centro comercial con boutiques de las marcas más importantes del mundo y centros de entretenimiento con espectáculos internacionales.

El proyecto está valuado en más de 5 billones de dólares y comenzó a construirse a finales del año pasado, pero se requiere de muchas inversiones más para llevarlo a término.

Estará ubicado frente a la costa de Macao y se edificará en cristal de alta resistencia para que, mientras pierden o ganan cantidades inimaginables de dinero, los magnates del mundo puedan, al mismo tiempo, echarle un vistazo a la fauna y flora marina que los rodeará.

Está planeado para abrir sus puertas a los jugadores a mediados del 2008 y ya hay solicitudes de membresía de quienes buscan asegurarse un lugar en la mesa de baccarat de tan exclusivo lugar.

Ciudad de dos mundos

El 20 de diciembre de 1999, en el centro de la ciudad de Pekín, había una gran fiesta con fuegos artificiales. El gobierno central de la República Popular China festejaba en grande la devolución del territorio de Macao en la costa suroeste del país.

Desde el siglo XVI, había sido propiedad de Portugal y en 1987 se firmó un acuerdo en el que se disponía su reposición. El día había llegado por fin y los chinos lo celebraban.

Macao se ha convertido desde entonces en un importante centro turístico chino y escaparate para muchas de sus expresiones más interesantes. El año pasado, por ejemplo, fue la sede de los juegos de Asia Oriental, una especie de olimpiada local. También alojó al Grand Prix de Macao y fue escenario de partidos amistosos del futbol internacional.

Por otro lado, se ha convertido en escaparate de un interesante crisol de culturas, pues sus plazas, pavimentadas con preciosos azulejos decorados, están llenas de edificios de arquitectura tradicional, tanto chinos como de la tradición impuesta por Portugal en sus años de colonialismo.

Esta interesante mezcla se deja sentir en el nombre de las calles. La principal, por ejemplo, se llama oficialmente avenida de Almeida Ribeiro, pero la población china la nombró San Ma Lo (la nueva calle).

La calle comercial, Avenida da Praia, tiene en una de sus aceras el Banco de China y en la otra, una sucursal del Banco Nacional Ultramarino. La mezcla de lenguas (chino mandarín, cantonés, portugués e inglés, que se hablan cotidianamente por la población), le da al entorno una musicalidad muy especial.

La ciudad se asume como una mezcla entre lo oriental y occidental, y por eso este año en su festival cultural tendrán desde la presencia de un baobab africano de 15 metros de altura, la exhibición de un espectáculo vietnamita de títeres bajo el agua, una bailarina clásica que interpretará una versión futurista de una pieza de Chopin, así como un concierto en el que tocarán juntas una orquesta portuguesa y una china con instrumentos tradicionales de ambas culturas.

Junto a los edificios más emblemáticos se elevan ahora imponentes puentes que comunican la parte continental con las islas aledañas, juntando en el paisaje importantes avances arquitectónicos con añejas tradiciones urbanas.

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