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Cristina a De Vido: "De acá vos te vas preso o muerto" 

Por Joaquín Morales Solá,
La Nación


Julio De Vido venía diciendo entre íntimos, desde hace por lo menos un mes, que su influencia en el Gobierno se había terminado

Ayer, en el anuncio del plan de construcción más importante del segundo mandato de Cristina Kirchner, su disfavor quedó expuesto en el principal escenario de la política argentina.

Abstraído y distante de la algarabía que lo cercaba, sentado entre los ministros en una fila trivial, el otrora poderoso ministro del kirchnerismo se notificó de otra amputación a su poder.

Le habían sacado la conducción de un monumental plan de viviendas con la misma frialdad con la que antes lo despojaron de su protagonismo en la estatizada YPF o lo dejaron sin jurisdicción sobre el transporte público.

¿Por qué no se va? De Vido ya estaría fuera del Gobierno si la Presidenta se lo hubiera permitido.

Nadie ha confirmado una supuesta respuesta de Cristina a su ministro cuando éste le insinuó su intención de renunciar: "De aquí te vas preso o muerto". Cristina a De Vido: "De acá vos te vas preso o muerto"

Pero es cierto que la Presidenta lo frenó en seco cuando De Vido le deslizó sus ganas de volver a casa; el ministro entrevé que lo aguarda como destino la asistencia, muda e impotente, a su propio sepelio.

Cristina es así, y De Vido no es el único funcionario que en las últimas semanas se encontró con esa dura frontera. Nadie se va del Gobierno si la Presidenta no lo echó.

Esa ha sido su orden, clara y diáfana. Los funcionarios han perdido hasta esa libertad esencial, que consiste en poder decidir si quieren estar dentro de un equipo o si comparten una política.

La maltratada cadena nacional de radio y televisión registró ayer el apogeo de la nueva generación cristinista. Axel Kicillof y Diego Bossio, dos jóvenes promovidos por la inspiración presidencial, fueron los teloneros de la Presidenta. Ella se divierte hasta con los errores verbales de sus retoños políticos, equivocaciones que jamás les perdonaría a los viejos funcionarios de su gobierno. Sucedió cuando Kicillof ponderó el "círculo vicioso" de las políticas kirchneristas en lugar de decir "círculo virtuoso". Cristina se rió, como ríen las madres ante las confusiones de sus hijos. Los viejos ministros que Cristina heredó de su marido estaban en la línea del coro o directamente ya no estaban. No se puede hablar ahora de un programa que llega desde 2003 hasta nuestros días. La Presidenta ha cambiado la política de su marido, pero también las personas que la expresaban.

Los indicios

En un sistema de poder tan secreto y aislado, las pistas de los detalles son los únicos indicios de los favores y de las desgracias. Amado Boudou se enfrentó ayer también a un síntoma concreto de su prematuro eclipse. "Aquí están sólo los que trabajan", dijo la Presidenta sobre el escaso grupo de funcionarios que la rodeaban en la tarima. Nombró uno por uno a los que estaban ahí (de nuevo a Kicillof y a Bossio), pero se detuvo en seco cuando le tocaba el turno a Boudou. Ni lo miró. Cambió de tema en el acto.

El vicepresidente fue acomodado por el estricto protocolo presidencial, que Cristina supervisa personalmente, en el último lugar dentro de ese racimo de pocos funcionarios. Ultimo y sin mención. La Presidenta despedazó en los últimos tiempos a la justicia ideológicamente más cercana al kirchnerismo para defender al vicepresidente, imputado en una causa por hechos de corrupción, pero esa gestión le valió a Boudou la pérdida de su influencia política y el derrumbe en las encuestas de opinión pública.

De hecho, su ahijado más encumbrado, el exiguo ministro de Economía, Hernán Lorenzino, no estuvo, ni habló, ni nadie lo nombró en un acto donde descolló su viceministro, Kicillof, que habló como ministro. Lorenzino está en el exterior, pero nadie explicó su reveladora ausencia.

La obcecación contra Mauricio Macri fue la otra constante del espectáculo televisivo de la víspera. Empezó Kicillof y terminó la propia Cristina.

Los dos aludieron a Macri sin nombrarlo. El mensaje fue claro: ellos expresaban una solución argentina y popular al problema de la vivienda, mientras Macri está reproduciendo, con sus créditos del Banco Ciudad, las burbujas inmobiliarias que desataron la crisis mundial.

Ni unos son tan malos ni los otros son tan buenos, pero el kirchnerismo está acertando con los blancos que elige: tanto Macri como Daniel Scioli son, hasta ahora, las alternativas distintas del cristinismo para el relevo del actual círculo gobernante. A ninguno de los dos lo deja en paz.

Una respuesta

El propio plan de viviendas anunciado ayer es también, aunque no excluyentemente, una respuesta a un exitoso programa de viviendas anunciado por el macrismo. En la página web del Banco Ciudad ingresaron dos millones y medio de interesados (que a veces colapsaron el sitio) para un plan que sólo contempla 3500 créditos anuales.

Ese plan de Macri podría resultar fatalmente comprometido si se convirtiera en ley el proyecto que le saca al Banco Ciudad los depósitos judiciales. Si el objetivo es la provisión de viviendas y de créditos, ¿para qué destruir un plan que tiene sus seguidores? ¿O el objetivo es, en cambio, que sólo Cristina sea le heroína de las viviendas?

Los anuncios de ayer significaron también una notificación de que el Gobierno asumió, en parte al menos, que la economía ya no es lo que era.

La Presidenta y Kicillof subrayaron ese aspecto fundamental del plan. La construcción moviliza la economía y la mano de obra, dijeron los dos. No deja de ser un importante cambio en un gobierno que venía repitiendo que la economía gozaba de muy buena salud. La Presidenta no fue distinta de ella misma ni se privó de pontificar sobre lo humano y lo divino.

Se entreveró con las palabras también cuando recordó que la Unión Europea está analizando la posibilidad de restringir las transacciones en divisas en Grecia si este país terminara alejándose de la eurozona. Se felicitó elípticamente por haber hecho ella eso antes en la Argentina.

Es, siempre, dueña de las primicias. Pero, ¿acaso la situación argentina es igual o parecida a la griega? No lo es, pero la extrapolación arbitraria de datos y la manipulación informativa suelen terminar en esas alteraciones de la realidad.

Los planes son buenos, pero son mejores si se cumplen. Hasta Guillermo Moreno anunció, hace ya varios años, que los argentinos podrían acceder a una vivienda propia sólo con lo que les costaba el alquiler de una casa. El país se alegró y desconfió al mismo tiempo de ese anuncio durante varias semanas. Nada cambió hasta el momento. Los argentinos que alquilaban viviendas entonces siguen pagando ahora sus alquileres.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar

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