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Árboles de Navidad que cantan y echan nieve, la última oferta china

Para tener un atisbo de la Navidad del futuro, basta con visitar el laboratorio de Boto Co. en esta ciudad. En medio de refrigeradores blancos relucientes, un técnico ajusta sondas electrónicas en una estructura de plásticos de 2,25 metros. La sonda está conectada a una computadora que registra la temperatura y activa una alarma si las luces se recalientan.

Otro técnico prueba los controles de una caja de fusibles escondida en las ramas de otro producto, variando las luces desde un brillo constante a destellos estilo discoteca. Un tercer técnico revisa una máquina que ha estado girando sin cesar dos meses y 17 días.

"Tiene que durar 90 días, si no, hay que devolverla a diseño", dice Alan Leung, jefe de investigación de Boto Co., una de las mayores fabricantes del mundo de árboles de Navidad artificiales.

En los últimos años, China ha estado produciendo árboles artificiales cada vez más parecidos a los naturales y más fáciles de ensamblar. Algunos vienen con luces que pueden durar una década. Otros disparan nieve sintética, reproducen canciones navideñas o incluso hacen la cuenta regresiva para el Año Nuevo.

Estas características están ayudando a impulsar a nuevos niveles las ventas de árboles artificiales en Estados Unidos. Según la Asociación Estadounidense de Árbol de Navidad, las ventas de árboles sintéticos han subido un 32%, a 9,6 millones, en los últimos cuatro años, incluso cuando la demanda de árboles naturales ha caído cerca del 16%, a 23,4 millones

A sus 32 años, Vivian Kao es la heredera de un imperio de árboles artificiales. El año pasado, Kao sucedió a su padre, Michael Kao, como presidente ejecutivo de Boto. La empresa suministra cada año cerca de seis millones de árboles sintéticos a grandes minoristas en EE.UU. como Wal-Mart, Target y Kmart.

El padre de Kao levantó un negocio multimillonario luego de tener la idea de usar láminas de cloruro de polivinilo (en tiras pegadas alrededor de alambre para semejar las ramas de los pinos) en lugar del tradicional plástico para hacer árboles. Tras bautizar a su compañía como Boto ("camino del tesoro" en chino), levantó su negocio a partir de una fábrica diminuta que actualmente es un gigantesco complejo con más de 8.000 empleados.

Boto fue comprada en agosto de 2002 por el Carlyle Group con sede en Washington, una firma de inversión muy bien conectada políticamente y con intereses que van desde los aviones a las bebidas gaseosas. La familia Kao aún posee el 10% de la empresa.

Boto dice que exportó el año pasado US$1.100 millones en árboles artificiales, la mayoría a EE.UU., un 3% más que en 2002. Fotografías de Kao codeándose con dignatarios, incluyendo el ex presidente Bush y el ex primer ministro británico John Major, decoran las paredes de la sala de reuniones de Boto.

Vivian Kao se está diversificando, introduciendo innovaciones a un producto de plástico que los consumidores no compran todos los años y que rara vez sienten la necesidad de reemplazar. No es fácil. La ejecutiva enfrenta el mismo desafío que tienen muchos fabricantes chinos de bajo costo: la presión del aumento de los costos de materias primas y mano de obra en medio de una sangrienta guerra de precios.

"Aún hay muchas formas de vender un triángulo verde", dice Kao, quien agrega que su estrategia de venta yace en la innovación técnica y de marketing. "No queremos ser de bajo costo, siempre siendo superados en precio", dice Kao, caminando en medio del bosque artificial en el salón de exhibiciones de Boto en Hong Kong.

Aunque las ventas de árboles de fibra óptica se han estancado en los últimos años, Kao espera que los nuevos modelos de Boto (que brillan en sombras sicodélicas como rosa vivo y naranja) sean bien recibidos por los niños cuando lleguen a las tiendas en un año.

La última oferta de Boto esta Navidad es el Staylit, que se vende entre US$199 y US$399 en EE.UU, y sale de la caja ya con las luces colgadas, cada una con un microchip incluido. Los microprocesadores dan una mayor duración de los focos y aseguran que el árbol permanezca encendido incluso si algunas luces se dañan o se queman. Kao está tan segura de la durabilidad del producto que lo vende con una garantía de 10 años, en lugar de los tradicionales 24 meses.

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