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“Es posible vivir más de un siglo”, sostiene Etienne-Emile Baulieu

Opina el controvertido biólogo francés

Etienne-Emile Baulieu afirma que le gustaría haber sido Pablo Picasso. Como el genial malagueño, el célebre biólogo francés, inventor de la llamada “píldora del día después” (RU486), es un virtuoso en todo lo que hace. Es igual de obsesivo en su trabajo y sibarita en la vida. Como Picasso, es imperturbable. Los escándalos y las críticas que provocan sus descubrimientos jamás consiguieron apartarlo de su abrasadora pasión por investigar.

“Investigar para comprender, para tratar de controlar el mundo que nos rodea, es un poderoso instinto de nuestra especie”, explicó a LA NACION.

Baulieu también se parece a Picasso en otra cosa: el hombre que hasta el 31 de diciembre último presidió la Academia Francesa de Ciencias suscita pasiones. Para algunos, es un benefactor de las mujeres. Otros piensan que es un científico maldito.

Baulieu nació hace casi 80 años en la ciudad francesa de Estrasburgo, de un padre profesor de medicina que se llamaba Leon Blum, homónimo del líder socialista. Su madre, brillante abogada y profesora de inglés, nunca quiso oír hablar de medicina ni de ciencias duras para su hijo. Pero fue inútil. Al salir de la Segunda Guerra Mundial, convirtió su seudónimo de resistente en apellido y, a partir de ese momento, se consagró de lleno al estudio.

Apasionado por la bioquímica, apenas recibido, en 1959, Baulieu hizo uno de los mayores descubrimientos de su vida: la DHEA (dehidroepiandrosterona). Por entonces, esa hormona carecía de aplicación médica. Pero 45 años después, la llamada "hormona de la juventud" se ha transformado en una de las panaceas de las sociedades occidentales, obsesionadas por hallar la fuente de Juvencia.

Ese hallazgo bastó para abrirle las puertas de los laboratorios universitarios en los Estados Unidos. En Boston, su encuentro con el profesor Gregory Pincus -padre de la píldora anticonceptiva- decidiría su carrera. Desde entonces, sus polémicos descubrimientos lo mantienen en las primeras planas de la prensa mundial.

-¿Se podría decir que la RU486 es un paso intermedio entre la anticoncepción y la interrupción quirúrgica del embarazo?

-Sí. La RU486 debería llegar siempre en segundo lugar, después de los métodos anticonceptivos. Sin embargo, aún hoy, el principio mismo de la anticoncepción es difícil de asimilar para millones de mujeres, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Es más fácil que las mujeres tomen una píldora en caso de atraso que obligarlas a tomar una dosis cotidiana de medicamento. Nosotros calculamos que entre el treinta y el cuarenta por ciento de las mujeres del planeta nunca utilizarán un método regular de anticoncepción.

-¿Por qué América latina es la única región del planeta en la cual no se utiliza la RU486?

-Porque, aparte de Cuba, en ningún país de la región el aborto es legal. Sin embargo, el RU486 tiene otras numerosas y muy interesantes utilizaciones.

-¿Cuáles?

-En 1980, la RU486 fue desarrollada como una antihormona. Lo hicimos modificando la molécula de progesterona natural. Pero pronto nos dimos cuenta de que esta sustancia también tenía propiedades "anticortisol". Y el cortisol está presente en la depresión.

-¿Esto quiere decir que la RU486 es efectiva contra la depresión?

-Administrada en altas dosis, es eficaz contra una forma de depresión que se llama depresión psicótica mayor (DPM). Pero también tiene otras indicaciones. En septiembre próximo se harán en Francia ensayos biológicos sobre una enfermedad neurovegetativa llamada ataxia cerebelosa. Por último, una experimentación in vitro sobre neuronas de ratón sugiere que la RU486 limitaría la muerte celular de las neuronas. Su modo de acción es aún desconocido. Pero en el futuro se podrían hallar aplicaciones para la enfermedad de Parkinson o la de Alzheimer.

-Pocas veces en la historia un medicamento desató tanta controversia como su famosa píldora. Seguramente, tuvo usted plena conciencia de lo que significaría su descubrimiento.

-Yo estaba convencido de que mi descubrimiento ayudaría a millones de mujeres en todo el planeta a liberarse de infinitas cargas y sometimientos; a ser, por fin, dueñas de sus propios cuerpos. El impacto de los avances científicos sobre la condición femenina ha provocado una de las mutaciones fundamentales de nuestra época. Los descubrimientos de este último siglo rescataron socialmente a la mujer, en forma irreversible, liberándola de aquella insoportable condición subalterna y doméstica.

-Le parecerá una pregunta absurda, pero ¿qué piensa del aborto?

-¿Conoce a alguien capaz de decir que le gusta el aborto? Yo detesto el aborto. Pero el aborto es una práctica inmemorial y cotidiana. Cada año se practican más de 50 millones de abortos en el mundo; muchos, en condiciones más que precarias, en particular en los sectores más necesitados de la sociedad. Porque la gente con recursos puede pagarse intervenciones en centros especializados. Cada año mueren 150.000 mujeres, una cada tres minutos, por culpa de abortos practicados en malas condiciones, muchas veces ilegales. Otras 400.000 mueren como consecuencia de maternidades no deseadas. ¿Y qué decir de los bebes? En los países en vías de desarrollo, la mortandad infantil es el doble que en los países desarrollados, debido a los nacimientos a repetición, con menos de dos años de intervalo. Sin mencionar los demás problemas: malnutrición, escolarización deficiente, etcétera.

-Para explicar su posición, usted también invoca el crecimiento demográfico mundial.

-Hace poco, en un coloquio internacional, un especialista en demografía hacía hincapié en la injusticia que domina la relación entre el Norte y el Sur. Decía que los países en vías de desarrollo sólo tienen la alternativa entre "abortos o adultos muertos de hambre". Es verdad: los países ricos nos pasamos el tiempo pidiendo al Sur que controle su natalidad, mientras nosotros hacemos todo lo posible para aumentarla. Pero la grave cuestión se plantea en el nivel planetario: aun cuando hoy cada pareja tuviera sólo dos hijos, dentro de 80 años el mundo tendría entre 8000 y 9000 millones de individuos. Imagine las consecuencias sobre el hambre, la miseria y la salud que esa cifra tendría para la humanidad.

-Para usted, ¿cuándo comienza la vida?

-La vida no comienza, continúa. La mujer y el hombre que ponen sus genes para la fecundación están vivos. El espermatozoide está vivo; el óvulo, también. El embrión no es más que la continuación de todo eso.

-Me refiero al eterno debate: ¿a partir de cuándo un embrión puede ser considerado un nuevo ser humano?

-Tengo dos respuestas. La primera es: a partir del momento en que los demás comienzan a reconocerlo como tal. En el caso de la sociedad, a partir de su nacimiento. Sin embargo, la segunda respuesta me parece más acertada: todo depende de la mujer, del momento en que la mujer comienza a sentir ese embrión como un nuevo ser. Cuando una mujer tiene un atraso, lo expresa justamente así: "Tengo un atraso". Algunas semanas después, comienza a decir: "Estoy embarazada". Pero necesita un tiempo considerable para decir: "Espero un bebe". Todo es una cuestión psicológica. Todo depende de cómo la mujer percibe ese embrión.

-En todo caso, mirando una ecografía, un embrión de apenas ocho semanas tiene un corazón que late. Nadie podrá convencer a quien lo haya visto de que ese minúsculo punto no tiene vida...

-Pero una flor también tiene vida y usted la corta? Hay que ser serios. No se puede decir que ese punto minúsculo es un ser humano, porque no lo es.

-Pero, profesor, hay quienes piensan lo contrario. Los católicos, por ejemplo.

-Si se mira un espermatozoide con un microscopio, también se mueve. No por eso se puede decir que estamos frente a un hombre. Apenas un puñado de espermatozoides de los millones que produce un hombre terminarán transformándose en un nuevo ser humano. Lo mismo sucede con los óvulos que nunca serán fecundados. -

-Goethe decía que mientras más se sabe, más se duda. ¿Alguna vez pensó que podía estar equivocado?

-Jamás.

-Esto me lleva a preguntarle qué piensa usted de los tratamientos genéticos.

-La esperanza puesta en los tratamientos genéticos ha sido exagerada con relación a sus posibilidades reales. Es una ilusión pensar que manipulando un gen llegaremos a curar numerosas enfermedades. Por el contrario, la terapéutica celular es mucho más prometedora. En este caso se trata de reemplazar las células de un órgano que no funciona, cualquiera que sea, por otras sanas. Para ello, se cultivan otras células, incluidas algunas que pertenecen al sujeto mismo. Se parte de células embrionarias, poco diferenciadas, y se las cultiva a fin de que se diferencien hasta formar una categoría específica: células cutáneas, del hígado, etcétera.

-¿Cómo?

-Hay dos posibilidades. Se utilizan células embrionarias, y para ello hay que hacer una clonación, o bien se obtiene una célula de un embrión después de haberlo fabricado con las células del individuo. Un embrión incipiente, pero embrión al fin.

-Aquí llegamos a otra cuestión central que agita las conciencias del planeta: la clonación, la manipulación embrionaria.

-No se puede impedir a aquellos que adhieren a ideas religiosas, aunque en realidad es un problema de todos, que se digan: "Esas células, que quizá podrían haberse transformado en un individuo, están siendo utilizadas para otros fines". En nuestra imaginación, ese embrión podría, eventualmente, haber sido un ser humano.

-No sólo en nuestra imaginación...

-Sí. A partir del momento en que comienza a existir, un embrión puede perderse en infinitas vías negativas. Es necesario que muchas condiciones estén reunidas para que sea viable. Los ingleses utilizan la expresión "preembrión". Es grave, es verdad, utilizar embriones, ricos en potencial humano. Pero también es grave dejar de curar a un adulto que tiene una vida, una familia, un futuro por delante. En estos casos, debemos poner en la balanza una vida potencial, nada segura, y una vida real. Es difícil, pero es necesario hacerlo. En un futuro no muy lejano dejaremos de obtener esas células de los embriones para extraerlas del adulto. Sabemos que todos poseemos células embrionarias, por ejemplo en la médula. A partir de ese momento, se evitará el traumático problema de los embriones.

-Es paradójico que, después de haber trabajado treinta años en su píldora abortiva, haya decidido regresar a su primer descubrimiento, la DHEA, también llamada "hormona de la juventud".

-Yo considero, por el contrario, que se trata del mismo esfuerzo. En el caso de la RU486, mi objetivo siempre fue que los niños que nacen tengan las mejores oportunidades de vivir dignamente. Lo que muchos olvidan es que otra de las revoluciones científicas del siglo XX ha sido la longevidad del ser humano. Contrariamente a las demás especies, el ser humano vive mucho más allá de su período de reproducción biológicamente útil para la selección natural, que, en el caso de la mujer, está limitado a 50 años. En los países ricos, la mitad de los niños nacidos en 2000 vivirá hasta los cien años, y quizá más. Pero lo importante es de qué manera se envejece. Vivir un siglo está bien, con la condición de hacerlo en buenas condiciones físicas e intelectuales. Un successful ageing, un envejecimiento exitoso, como dicen los estadounidenses, debe ser el objetivo de toda sociedad. Por razones éticas, y también para obtener mejores condiciones psicológicas, económicas y sociales. La esperanza de integrar los últimos años de la existencia a una vida plena caracterizará el milenio que acaba de comenzar. Aquí es donde la DHEA adquiere todo su valor.

-También en este caso, después de cinco años de investigación suplementarios, sus resultados, publicados en 2000, provocaron una especie de locura mediática. Pero muchos de sus colegas afirman que la DHEA no es la panacea.

-A mi edad, ya me estoy acostumbrando. La verdad es que nunca nadie dijo que esa hormona esteroide era una panacea. Pero nuestros estudios demuestran que esa hormona, producida naturalmente por el organismo, disminuye con el tiempo. Y que administrada, sobre todo, a las mujeres de más de 65 años, mejora sensiblemente la libido, la piel, la memoria y la energía. Estudios recientes parecen demostrar, además, que la DHEA tendría efectos positivos contra la hipertensión arterial pulmonar. Este descubrimiento es extraordinario, pues hasta ahora no existía ningún tratamiento para esta afección, muy común entre los fumadores y la gente de avanzada edad.

-¿Se podría decir que el ser humano está programado para vivir hasta los 120 años?

-No lo sabemos con certeza. Los estudios en curso, sin embargo, sugieren que es posible. Leyendas como la de Matusalén responden, sin dudas, a las imprecisiones de los registros civiles de la época, pero también a la observación de personas que vivieron hasta edades muy avanzadas. Es muy posible que la verdadera duración de la vida humana se sitúe entre los 120 y los 125 años. En todo caso, la esperanza de vida sigue aumentando en forma constante desde hace 30 años.

-¿Cuál es la influencia de la genética y del medio ambiente en el destino de cada persona?

-El funcionamiento y la regulación de los sistemas biológicos que componen nuestro organismo están determinados por la estructura genética. Se puede decir que la genética es la que determina la duración máxima probable de todo organismo. Pero, en el destino de cada uno, el determinismo genético puede verse modificado por un accidente cualquiera: un camión o una enfermedad contagiosa. Y, de forma mucho más sutil, por las circunstancias de la vida: las agresiones de todo tipo, así como los placeres. Finalmente, lo más importante sigue siendo la forma en que se articula el medio ambiente físico y social con las posibilidades del organismo determinadas genéticamente.

-Mirando la cuestión desde un punto de vista puramente biológico, lo importante parecería ser que cada especie necesita vivir el tiempo suficiente para asegurar la reproducción. ¿Diría usted que el resto de la vida es un lujo?

-Después del período de reproducción, hay que hacer crecer a los pequeños, en el sentido nutricional del término. Nosotros, los seres humanos, después de haber terminado con todo lo que atañe a la reproducción, al crecimiento y a la educación, quedamos libres para cualquier otra actividad, personal o social. Sí, en cierta forma, vivir sin obligaciones de tipo biológicas es una forma de lujo. Pero los sabios africanos dicen que una de las obligaciones fundamentales del ser humano es transmitir a los más jóvenes los propios conocimientos. Todo parece indicar que si no existiera ese largo período posreproductivo en la especie humana, tendríamos serias dificultades para conservar nuestra supremacía en este mundo.

-En todo caso, sus críticos suelen reprocharle su exagerado optimismo. Dicen que usted da demasiadas esperanzas a la gente y que éstas terminan siendo prematuras.

-Naturalmente que soy optimista y que doy esperanzas a la gente. Porque existe una posibilidad real de retardar el envejecimiento. Los progresos de la ciencia biomédica son tan rápidos que despiertan en todos un deseo de prolongación de la vida y la salud. ¿Sabe usted que a comienzos del siglo XX las mujeres tenían un promedio de vida mucho más corto que el de los hombres, por causa de la mortalidad provocada por los partos? Cuando aparece algo como la DHEA, la respuesta es masiva. En estos casos, en vez de criticar, los científicos deberíamos sentirnos orgullosos, asumirlo y tratar de ofrecer a toda esa gente una mejor salud física y mental.

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Fuente: http://www.lanacion.com.ar

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