Recordando a Kirsty MacColl: 25 años de una trágica pérdida en el mar
La icónica cantante británica, Kirsty MacColl, sigue viva en la memoria de sus fans a más de dos décadas de su trágico accidente en México. Su hijo, Louis Lillywhite, comparte conmovedoras revelaciones sobre ese fatídico día.
A casi 25 años del trágico fallecimiento de Kirsty MacColl, su legado musical perdura con fuerza. En un emotivo testimonio, su hijo menor, Louis Lillywhite, revivió el momento devastador que marcó su vida y la de su familia.
Kirsty MacColl, quien contaba con 41 años, falleció el 18 de diciembre de 2000, durante un viaje familiar de buceo en las aguas de Cozumel, México. La tragedia ocurrió en el famoso arrecife de Chankanaab, un lugar generalmente seguro, donde se encontraba con sus hijos Jamie y Louis, y su pareja James Knight. Louis, ahora adulto, rompió el silencio y compartió detalles desgarradores de aquel día con Daily Express: “De repente gritó ‘¡Cuidado!’ e intentó protegernos; el barco ya estaba sobre nosotros”, recordó.
El relato conmovedor de Louis destaca el heroísmo de su madre, quien empujó a Jamie fuera del camino de la lancha, salvándole la vida. Sin embargo, Kirsty no escapó del impacto, sufriendo heridas fatales. Louis, un niño en ese momento, describió horrorizado cómo se vio “navegando en la sangre de mamá”, instando a su hermano que no mirara hacia atrás en medio del caos.
El conductor de la lancha, José Cen Yam, ha decidido hablar tras años de silencio, afirmando que siempre decía “la verdad” sobre lo que sucedió. Según él, viajaba a baja velocidad y no vio a nadie en el agua. Pese a las restricciones en esa área, insistió en que todo fue un accidente, declarando: “No siento que haya sido mi culpa”.
Cen Yam también compartió su experiencia del momento del impacto, describiendo un “extraño ruido” de hélice. Cuando se acercó, encontró a Kirsty sin vida, sintiendo una inminente impotencia.
La tragedia dejó una marca profunda en Louis, quien ha enfrentado traumas a lo largo de su vida. Agradecido por la terapia que recibió, explicó que le resultaba difícil hablar de su experiencia. A medida que creció, comenzó a reconocer ciertos patrones en su comportamiento, trabajando en ellos con dedicación. “He aprendido a manejar el miedo a nadar y a volver al mar, honrando así a mi madre, que adoraba el océano”, afirmó.
Louis, quien ha retomado actividades acuáticas, reflexiona con cariño: “A mi madre le encantaba el mar y habría querido que disfrutara de la belleza que él ofrece”.
