Un conflicto olvidado por el mundo

Desde el inicio de este conflicto en 2017, más de un millón de personas han sido desplazadas en Mozambique, muchas de ellas repitiendo este ciclo de huida hasta cuatro veces. A medida que los conflictos en Ucrania, Gaza y Sudán acaparan la atención global, la crisis en el norte del país ha quedado relegada al olvido, haciendo que la ayuda internacional disminuya drásticamente.

Incursiones mortales y falta de respuestas efectivas

La pobreza de la respuesta militar, tanto del ejército mozambiqueño como de las tropas rwandesas, ha sido evidente. Desde que los insurgentes iniciaron sus ataques en la provincia de Cabo Delgado, el gobierno ha luchado por controlar la violencia. A pesar de que las fuerzas rwandesas han intentado detener a los militantes, la violencia ha resurgido con fuerza en 2023.

Un ataque emblemático y el aumento de la violencia

El ataque en Palma en marzo de 2021, donde más de 600 personas perdieron la vida, trajo consigo una condena internacional. Este ataque no solo subrayó la brutalidad del conflicto, sino que también reveló la vulnerabilidad de los trabajadores extranjeros involucrados en el proyecto de gas natural licuado en la región.

La creciente preocupación por la seguridad de los civiles

En noviembre de este año solo, más de 100,000 personas fueron desplazadas debido a las operaciones militares que, lejos de estabilizar la región, llevaron a los insurgentes a nuevas áreas, como la provincia de Nampula. La situación se ha agravado: el número de desplazados en noviembre superó los 350,000, un salto considerable en comparación con el año anterior.

Desafíos para las fuerzas de seguridad

Expertos en conflicto señalan que las operaciones de las fuerzas rwandesas y mozambiqueñas están perdiendo efectividad. La percepción general es que los patrullajes han disminuido y que el control sobre las tropas rwandesas se está debilitando. Este cambio ha permitido que los insurgentes actúen con mayor audacia, resultando en más de 549 incidentes violentos ya en 2023, con un alarmante aumento del 56% en las muertes civiles respecto al año anterior.

Un llamado al diálogo y soluciones duraderas

El presidente mozambiqueño, Daniel Chapo, ha manifestado su deseo de entablar un diálogo con los insurgentes. Sin embargo, expertos como Borges Nhamirre expresan su escepticismo respecto a que esto conduzca a un verdadero cambio. La clave para resolver este conflicto radica en comprometer no solo a los políticos, sino también a las comunidades que sufren las consecuencias de la violencia en la región.

Condiciones inhumanas y abandono internacional

A medida que aumenta el número de desplazados, también lo hace la falta de recursos. Las donaciones a la respuesta humanitaria han caído a menos del 60% de lo requerido, mientras que miles de personas viven en condiciones deplorables, sin acceso a servicios básicos. La desesperación de los afectados crece, ya que solo anhelan regresar a sus hogares y reconstruir sus vidas.

El futuro en riesgo para niños y mujeres

La realidad también es alarmante para los más vulnerables. Se han reportado secuestros de niños para trabajos forzados y abusos en un entorno ya cargado de tensión. Con la mayoría de los desplazados siendo niños, organizaciones humanitarias advierten sobre un aumento significativo en la violencia de género y la explotación.