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Operativo Cóndor Azul: La reacción del sector aeronáutico ante el golpe del 76

Las Sombras de Isabel: La Caída de una Presidenta

El ocaso de la viuda de Perón brinda una mirada inquietante hacia el caos político de Argentina en 1975. ¿Qué sucedió tras la cortina de un poder desgastado y amenazador?

“No seré conocido como el hombre que traicionó a la mujer de Perón”. Esta frase, pronunciada por Italo Luder, presidente provisional del Senado, resonó en los oscuros pasillos del poder durante septiembre y octubre de 1975. María Estela Martínez de Perón, tras la muerte de su esposo, se encontraba en el corazón de una tormenta política.

La Tensión de un Gobierno en Crisis

El 18 de diciembre de 1975, el brigadier general Héctor Fautario enviaba un inquietante mensaje a Isabel Perón: “Cuídese, señora, porque a usted la van a echar en marzo”. En aquellos días, la presidenta luchaba contra la soledad, el desánimo y la creciente presión de un país sumido en el caos. Con su salud deteriorada y el respaldo de su círculo más cercano desvaneciéndose, Isabel decidió tomar una licencia en Ascochinga.

Delegando el Poder

El 13 de septiembre de ese año, Isabel delegó el mando a Luder, acompañado por mujeres cercanas a los altos jefes militares. Esta acción, más que un momento de descanso, marcó el inicio de un proceso en el que la debilidad de la presidenta se tornaba evidente y las conspiraciones se gestaban en las sombras.

Regalos y Engaños

En su refugio en la serranía, Isabel intentaba llenar el vacío con regalos para sus acompañantes, sin percatarse de que se encontraba rodeada de leales a otros intereses. Mientras tanto, en Buenos Aires, la Casa Rosada y los cuarteles trabajaban en una estrategia que podría culminar en su destitución, con Luder como el sustituto deseado.

Retorno a la Plaza

En un intento por recuperar control, Isabel regresó el 17 de octubre a un acto justicialista. Aunque el Día de la Lealtad despertó esperanzas, la situación se había vuelto insostenible. La violencia y la incertidumbre dominaban las calles, con enfrentamientos entre grupos extremistas que cobraban vidas a diario.

El Golpe Ante la Inminencia del Caos

Después de un discurso en el que pidió unidad y combatió lo que llamó “subversión apátrida”, los líderes militares en la sombra decidieron que un golpe de Estado era inevitable. Sin embargo, Fautario se oponía a esta idea, ya que buscaba alternativas legales que llevaran al país a elecciones ya anunciadas para octubre de 1976.

Operativo Cóndor Azul

El 18 de diciembre, el operativo Cóndor Azul intentó un golpe desde dentro de la Aeronáutica, pero le faltó el apoyo de otros sectores. A pesar de las tensiones, Isabel desestimó las advertencias. Al destituir a Fautario, dejó a sus enemigos libres para actuar, ignorando las consecuencias fatales de su decisión.

La Marcha Hacia el Abismo

El clima de inestabilidad aumentaba. A medida que se sucedían los acontecimientos, la presidenta intentaba mantener una fachada de normalidad. Pero, en la cumbre de las tensiones, los aviones de la Fuerza Aérea surcaban el cielo sobre la Casa Rosada, mientras ella se refugiaba en los sótanos, consciente de que su tiempo se agotaba.

El Final Inminente

El 22 de diciembre, una bomba dirigida a la base aérea de Morón marcó el punto de no retorno. A pesar de que algunos líderes militares pasaron a apoyar a Isabel, el daño ya estaba hecho. En una jugada que selló su destino, la presidenta cedió al nombramiento de un nuevo jefe de Aeronáutica, un movimiento que unificó a los conspiradores y allanó el camino para el golpe más violento de la historia argentina.

El 24 de diciembre, mientras Isabel creía que la tormenta había pasado, en realidad, estaba a punto de enfrentarse a su mayor desafío: el despliegue militar que cambiaría para siempre el rumbo del país.

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