Gabriel, el joven abusado, pidió que denuncien casos similares para que “no haya curas que abusen de menores».
Recibirá una suma superior a los 155 mil pesos, tras diez años de batalla judicial.
El joven que denunció por abuso sexual a un cura y logró un fallo inédito contra la Iglesia pidió que las personas que sufran hechos similares se presenten en la Justicia, porque «callarlo es tener complicidad», y denunció que en Córdoba existen «curas que siguen abusando de menores».
«Nos interesaba que el fallo sea favorable porque sienta un precedente importantísimo para otras causas similares, para que otras víctimas puedan tener otro fallo favorable y puedan tener justicia», resaltó la víctima, de nombre Gabriel, en declaraciones a Canal 26.
La Cámara de Apelaciones de Quilmes ratificó en los últimos días la sentencia del Juzgado Civil y Comercial Nº2, que condena al Obispado de ese distrito por el delito de pedofilia y lo obliga a pagar una indemnización superior a los 155 mil pesos, tras diez años de batalla judicial de Beatriz Varela, la madre de la víctima.
Gabriel, de 25 años, explicó que «fue víctima de un abuso por parte de un cura pedófilo» y advirtió que en el Obispado de Quilmes «sabían que esta persona no reunía las condiciones para el celibato».
El joven detalló que el hecho se produjo cuando tenía 15 años, el 15 de agosto de 2002, en la Casa de Formación de la Iglesia Católica, de Berazategui.
«Mi mamá es viuda, mi papá falleció cuando era muy chico. Yo estaba pasando por el período de la adolescencia y mi mamá creía que era conveniente que tenga un referente masculino para hablar cuestiones de la edad que por ahí no podía hablar con ella», rememoró.
Gabriel indicó que ante esa situación fue que su madre lo contactó con el sacerdote Rubén Pardo, de unos 50 años, quien luego de una conversación lo invitó a pasar la noche en su casa. «Esa noche intentó abusar de mí y cuando esta persona se quedó dormida, yo no tenía instinto para poder reaccionar, pude escaparme», relató.
Al respecto, el joven destacó su «valentía» para poder confesarle lo sucedido a su madre y señaló que «lo más pesado vino después, trascendiendo el juicio y haciendo las denuncias».
«Hay muchos casos que no se saben porque las familias no le creen o no tienen el valor para poder hablarlo. Es muy importante que estos hechos se denuncien para poder revertir estos casos», subrayó. Gabriel señaló que su madre mantuvo varias reuniones con monseñor Luis Stockler, ex obispo de Quilmes, a quien responsabilizó por «querer entorpecer a la Justicia» y por intentar «encubrir» al cura pedófilo.
«Le dijo a mi mamá que tenía que ser considerada con las personas que elegían el celibato porque podrían tener momentos de debilidad. Así llamó a un hecho tan aberrante como la pedofilia», criticó. El joven recordó que, por orden de sus autoridades, Pardo fue trasladado al barrio porteño de «Flores» donde «ejercía confesiones a menores en las escuelas primarias».
«Era como una burla en la cara por lo que nos había pasado», sentenció y consideró que ese hecho reflejó la «impunidad con la que se maneja la institución».
Gabriel reconoció que fue «lamentable haber pasado por esto», pero destacó que «es bueno tener justicia» y destacó que con su familia «hicieron una parte importante» para que otras víctimas puedan denunciar sus casos.
Al respecto, alertó que «estos casos siguen pasando» y mencionó a una niña de 4 años de Córdoba, que afirmó fue víctima de abuso por parte de otro cura. Indicó que los acusados «fueron trasladados del obispado de Quilmes a Córdoba», donde se desempeñan en una escuela y «siguen abusando de menores».
Por ello, pidió que quienes sufran episodios similares los denuncien ante la Justicia, al considerar que «callarlo es tener complicidad».