Por: Ignacio Zuleta para http://www.ambito.com
Jorge Bergoglio producirá su primer acto de gobierno sobre la Argentina cuando su oficina anuncie, mañana a primera hora, quién será su sucesor en el Arzobispado de Buenos Aires. El nombre está in péctore del Santo Padre según la jerga que describe la forma como se guarda el secreto de los miembros del Colegio Cardenalicio hasta su publicación. El nombre lo conocen ya Cristina de Kirchner, el nuncio apostólico Emil Tscheering y el presidente del episcopado José María Arancedo, tres conjurados en el silencio hasta que mañana lo publique «L’Osservatore Romano». Es un obispo hoy en ejercicio en una de las provincias argentina y, en medios eclesiásticos, decían anoche que no es ninguno de los mencionados hasta ahora como posible reemplazo de Bergoglio y que el anuncio será otra de la sorpresas gruesas del papado de Francisco. Ya lo es que haya resuelto a sucesión a una semana de haber asumido, una muestra del celo que muestra sobre la diócesis que ejerció con una fuerte relieve político dando una señal de notable preocupación.
El elegido para el cargo también sabe sobre su nuevo destino, pero nadie se animaba anoche a quebrar el sigilo vaticano, un cuidado de las formas que pertenece a otro tiempo.
El nuevo arzobispo es designado por el propio Papa, quien después de algunos meses de su asunción lo designará cardenal para que integre el colegio cardenalicio y ejerza como cardenal primado de la Argentina.
El nuevo arzobispo de Buenos Aires ha sido elegido entre los actuales obispos de la Argentina y según el escrutinio que se hacía anoche entre los hombres de la Iglesia que trataban de acercar el nombre del elegido surgía que no es ninguno de los varios que han sido mencionados como postulantes, como el actual obispo de Corrientes Andrés Stanovic, el de Avellaneda-Lanús Rubén Frassia, el auxiliar de Buenos Aires Eduardo García o el de Gualeguaychú Jorge Lozano.
Las tantos parecían, antes de la decisión que se conocerá mañana, estar en favor de estos dos últimos. García por ser el segundo de Bergoglio en Buenos Aires y Lozano por haberlo sido antes, hasta que el ex arzobispo lo envió a esa ciudad de Entre Ríos en plena crisis con el Uruguay por la instalación de la planta de celulosa de Fray Bentos.
Esa misión fue otro de los actos políticos clave del arzobispado de Bergoglio porque fue un aval a la posición de los ambientalistas en el bloqueo del paso internacional.
En esa crisis los activistas de Gualeguaychú arrinconaron al gobierno nacional por su responsabilidad en la instalación de esa planta y Bergoglio entendió que era su misión intervenir para que no escalasen las posiciones y se agravase la situación con hechos de violencia.
Hace una semana el Colegio de Consultores del arzobispado de Buenos Aires designó como arzobispo temporal de Buenos Aires a Joaquín Sucunza, auxiliar de Buenos Aires que se desempeñará hasta que asuma el cargo el designado por el Vaticano. Sucunza estará a la cabeza de los rituales de la Semana Santa que se iniciaron el domingo de Ramos.
Pese a la cercanía que Lozano, García y Sucunza tienen con Bergoglio, quedaron fuera de carrera como los mencionados Frassis y Stanovic. A partir de hoy se precipitarán las quinielas sobre quién es el elegido entre la veintena de obispos que tienen menos de 70 años. Hasta que se descubra el tapado habrá que ensayar la santa paciencia, nunca más necesaria.