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viernes, abril 26, 2024
Los inversores olfatean que "algo raro" está por venir y se refugian en el dólar

Los inversores olfatean que «algo raro» está por venir y se refugian en el dólar

El blue tocó ayer su valor récord y la brecha con el oficial se estiró al 60%. El volumen de quienes se hacen de divisas vía el «dólar bolsa» se duplicó. Lo que está ocurriendo es el resultado de un cóctel de factores muy peligroso, vincualdos a decisiones internas y que van más allá de los buitres

Era inevitable: la acumulación de malas noticias no podía terminar de otra forma que no fuera con un mercado corriendo debajo de su paraguas favorito.

El dólar volvió a ser la vedette de la jornada financiera y a ocupar, como siempre, un fuerte rol como termómetro del humor social.

De esta forma, se marca un punto de inflexión respecto del escenario de relativa calma que el Gobierno venía festejando.

En los primeros días después del «no default», los analistas se asombraban de que no hubiese un desplome de los bonos soberanos ni un masivo pasaje a dólares.

Desde filas oficialistas, se utilizaba esa situación para argumentar que el propio mercado financiero compartía la versión en el sentido de que no había cesación de pagos y que, en todo caso, la economía podría continuar su curso sin mayores traumas.

«Es el propio mercado el que dice que no hay default», afirmaba el titular de la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli, satisfecho por el sostenimiento del precio de los bonos argentinos.

Ese día, el blue se desplomaba y caía más cerca de los $12 que de los $13, y los analistas lo atribuían a la expectativa de que, a pesar de la pirotecnia declarativa de los funcionarios K, se iba a llegar a un acuerdo por la deuda pendiente con los «fondos buitre».

Sin embargo, en la medida en que los días fueron pasando y el mercado empezó a asumir que el Gobierno se siente cómodo en la situación actual y que, además, las negociaciones entre los bancos privados parecen estancarse, el nerviosismo llevó a buscar al tradicional refugio verde.

Para varios economistas, lo que terminó por disparar las expectativas negativas del mercado fue el anuncio de medidas de estímulo económico, en el cual Cristina Kirchner hizo una abierta defensa de la expansión del gasto público.

Y, como detonante final, la caída en la tasa de interés que se paga por los plazos fijos terminó por convencer a los agentes de que la postura del titular del BCRA, Juan Carlos Fábrega, se debilitó y terminó cediendo frente al embate de Axel Kicillof.

«Está aproximándose un tema muy relevante, que es que empieza a agotarse la gauchada que el Banco Central le hizo en enero al Ministerio de Economía. Se viene una pelea macroeconómica. Argentina tuvo en este período represión de tarifas. El problema es que es imbajable la tasa de interés», es el elocuente diagnóstico del economista Carlos Melconian.

Además, el impulso a la nueva ley de abastecimiento, con la cual el Gobierno puede intervenir en varios resortes privativos de las empresas, supone un ingrediente adicional para empeorar el clima de negocios.

Esta interpretación parece reforzarse por la explicación que ayer dio el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich: «Busca profundizar estrategias que revitalicen el consumo en todas las cadenas de valor, porque ésa es la forma en que puede garantizarse el funcionamiento del sistema económico, a través del consumo y de la inversión».

Un deja vu en la city
En este marco, el dólar -en cualquiera de sus muchas variantes- rompió su relativa calma y se puso otra vez en carrera.

El blue -la versión más seguida por los pequeños ahorristas- alcanzó un nuevo récord, con un precio de $13,15, lo cual lo pone en una brecha de casi 60% por encima del tipo de cambio oficial.

En una recorrida por la city porteña, iProfesional observó la presencia de una gran cantidad de «arbolitos». Según el testimonio de uno de estos vendedores callejeros, «el dólar llegó a ofrecerse hasta un máximo de 13,50 pesos».

Pero también los mecanismos a los que recurren ahorristas y empresas más sofisticados -el «contado con liqui» y el «dólar bolsa»- mostraron movimientos alcistas. De esta manera:

• El primero -el que surge de comprar bonos en pesos y venderlos en dólares fuera del país- tiene un precio de $11,47.

• El segundo -un mecanismo similar, pero más caro porque deja los billetes verdes dentro del sistema local- está en $12,63.

Pero tan relevante como los aumentos en los precios de estas operaciones (hasta hace dos semanas ambas estaban casi un peso por debajo) es el incremento en los volúmenes. Ayer, los bonos requeridos para realizar la triangulación del «dólar bolsa» movieron unos $400 millones, cifra que duplica lo habitual.

«Los inversores se siguen cubriendo con títulos ante la incertidumbre por los buitres. Algunos se los quedan, mientras que otros los venden a las 72 horas», comenta un operador de la city.

Ante el empinamiento de las cotizaciones, fuentes del mercado afirmaron a iProfesional que comenzaron a observarse algunas operaciones por montos altos que hacen presumir que la Anses intervino con algunas ventas.

Es decir, una situación que recuerda a la que se vivía a fines del año pasado, justo en los días previos a la corrección devaluatoria impulsada por el Banco Central.

La diferencia con aquel momento es que, por ahora, las reservas parecen estabilizadas en el entorno de los u$s29.000 millones, mientras que en enero la entidad conducida por Fábrega sufría una alarmante fuga de divisas.

Pronósticos de tormenta
Los antecedentes no dan como para acumular optimismo en el sentido de que la incipiente corrida pueda encapsularse como un fenómeno pasajero.

Más bien, los analistas destilan un marcado escepticismo respecto de que la marcha de la economía tenga otro final que no sea el de una fuerte corrección del tipo de cambio, primero en el mercado paralelo y en la operatoria de bonos, para luego una devaluación del dólar oficial.

«No hay desenlace benigno posible. Si triunfa la posición racional de Fábrega, con astringencia monetaria, sufriremos una profundización de la recesión. Como contrapartida, si prevalece la posición de Kicillof, con expansión de dinero, presagiamos violentas turbulencias financieras antes de fin de año», advierte el consultor Federico Muñoz.

Este pronóstico es compartido por la mayoría de los analistas críticos del Gobierno, que ven con preocupación cómo se va materializando una «fórmula explosiva»: expansión del gasto público financiado con emisión de pesos, en simultáneo con reservas del Central con altas chances de reducirse.

Los últimos números fiscales muestran que mientras la recaudación crece a una tasa del 33%, bien lejos está el gasto, que lo hace a una velocidad del 44%.

Y el factor que los analistas ven con preocupación es que la capacidad que mostró el Banco Central para retirar pesos del mercado mediante la emisión de deuda va en rendimiento decreciente.

Un informe de la consultora Economía & Regiones prevé que la situación cambiaria se tensará sobre todo a fin de año, cuando la entidad deba emitir unos $130.000 millones para financiar al Tesoro por el déficit fiscal acumulado.

Y ello coincidirá con el momento más bajo en el ingreso de dólares provenientes de la exportación agrícola, con lo cual habrá menos respaldo de divisas para los pesos circulantes.

«La estacionalidad de agosto- diciembre es opuesta y juega en contra de la estabilidad económica, financiera y cambiaria. Fiscalmente es un período de baja recaudación y alto gasto y de menos ingresos de dólares por el canal comercial», agrega.

Para todos los economistas está claro que un motivo fundamental de la pax cambiaria -que meses atrás se mencionaba con frecuencia y ahora parece haber quedado tan lejos- era la expectativa de un retorno al mercado de capitales.

Pero eso era antes de la «crisis Griesa». Ahora, el discurso de los funcionarios ha cambiado drásticamente hacia una postura más afín al «vivir con lo nuestro».

Y en este nuevo contexto, el aire que se respira es de marcado pesimismo.

«Vamos a gastar más en subsidios que en el sistema previsional, eso es algo que está descontrolado», afirma el ex ministro Ricardo López Murphy.

«Ojalá Fábrega vaya a Economía», señala el ex titular del Banco Central, Aldo Pignanelli. Pero, para su desilusión, las versiones más fuertes que circulan en el ámbito político no sólo descartan esa posibilidad sino, más bien, dan cuenta de que existe la chance de que Kicillof avance sobre el BCRA con alguno de sus colaboradores.

Pignanelli considera que hoy el dólar de equilibrio debería ubicarse entre $9,50 y $10. Es una estimación que, en líneas generales, comparte todo el mercado.

Las compulsas entre ejecutivos financieros, tanto de instituciones locales como del exterior, marcan una alta expectativa de devaluación para el tipo de cambio oficial.

En cuanto al blue, los pronósticos apuntan mucho más alto. Sobre todo, para aquellos que defienden la tesis de la «convertibilidad». Es decir, para quienes creen que el billete informal encuentra su equilibrio en un precio que refleja la relación entre base monetaria y reservas del Banco Central.

Los economistas calculan que no menos de u$s3.000 millones deberán sacrificarse para hacer frente a las obligaciones financieras en lo que resta del año. Y, en el sentido inverso, los pesos se expandirán al calor de la política «contracíclica» que anunció Cristina Kirchner.

En este contexto, el economista Tomás Bulat señala: «Veo perfectamente factible que el blue en los próximos meses pueda ubicarse en un nivel de $17. El gasto va a seguir creciendo, lo cual va a generar más inflación, y eso a su vez pondrá más presión sobre el dólar».

De momento, el nerviosismo del mercado también parece evidenciarse en el incremento de las cifras compradas en el mercado legal, el «dólar ahorro» al que se accede previa aprobación de la AFIP.

En lo que va de agosto -es decir, menos de dos semanas- se llevan vendidos u$s156 millones, una cifra mayor a la que se había demandado en mayo, cuando todavía se percibía un segundo semestre calmo.

Las próximas horas serán clave para saber qué tan fuerte y hasta dónde llegará el nerviosismo de ahorristas.

Pero las señales no son buenas: ayer, para coronar una jornada agitada, uno de los «fondos buitre», Aurelius, confirmó que las negociaciones para venderle su deuda a bancos privados terminaron por naufragar.

Fuente > http://www.iprofesional.com

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