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jueves, diciembre 12, 2024
Amor tras las rejas: "Alejo me llevó a volar desde la cárcel y me enamoré"
Amor tras las rejas: "Alejo me llevó a volar desde la cárcel y me enamoré"

Amor tras las rejas: «Alejo me llevó a volar desde la cárcel y me enamoré»

Andrea Casamento conoció a su actual esposo hace 12 años, cuando iba a visitar a su hijo al Complejo Penitenciario de Ezeiza (CPF), en la provincia de Buenos Aires, y él estaba allí cumpliendo una condena por robo: «Alejo me llevó a volar por el mundo desde adentro de la cárcel», señaló, y aseguró que entre ellos «no existen rejas como sí en algunos matrimonios que duermen juntos todas las noches». La mujer, quien luego formó la Asociación de Familiares de Detenidos en Cárceles Federales (Acifad) -que actualmente preside- era catequista y estaba separada con dos hijos cuando permitió «que la vida la sorprendiera con una historia de amor que nunca imaginaba», según relató en diálogo con Télam. El hijo de Andrea, Juan, tenía 18 años cuando fue encarcelado y luego absuelto en el CPF por «haber robado cuatro empanadas». A partir de ese hecho, ella conoció la cárcel porque hasta ese momento la única referencia que tenía de aquel espacio «era la serie de televisión Tumberos». El CPF aloja a 2.069 hombres detenidos, de los cuales 1.792 se encuentran procesados (86.61%) mientras que 268 ya están condenados (12.95%), según los datos actualizados al 30 de noviembre de 2015 que publica el sitio web del Servicio Penitenciario Federal. «Mi hijo estuvo sancionado en un ‘buzón’ en la cárcel por haberse peleado con un compañero y un día me llamó por teléfono y me dijo que se quería matar porque ya no aguantaba más, así que ahí me acordé de un amigo que tenía un hermano, Alejo, que también estaba en prisión y me iba a poder ayudar con el tema», comentó Andrea. En ese entonces la mujer tenía 40 años y, quien luego fue su esposo, tenía 42 cuando ella lo llamó para contarle la situación por la que estaba atravesando: «Así fue, como quien dice, que el ‘ladrón’ me aconsejó en conversaciones telefónicas que duraban horas y me enseñó a proteger a mi hijo», recordó. Tres meses después de las charlas telefónicas, en las que había «mucha conexión», ella decidió ir a ver a Alejo al Complejo de Ezeiza y él la esperó en el «patio techado, con mesas blancas», al lado de su hijo, en un encuentro que la mujer calificó como «una gloria». «Yo me imaginaba que algo iba a pasar entre nosotros y por momentos pensaba que tal vez me iba a meter en un problema, pero me animé, y Alejo también es como que le pidió mi mano a mi hijo. Fue una situación muy loca y romántica», describió la mujer. El hijo de Andrea finalmente fue absuelto y ella siguió visitando a Alejo hasta que en 2005 se casaron en la parroquia ubicada en uno de los módulos de la cárcel, en una reunión a la que asistieron los familiares. «No fue con vestido blanco pero estábamos más arreglados que de costumbre», señaló. En paralelo a su historia de amor, Andrea se contactó con las mujeres de los detenidos, a quienes encontraba en los momentos de espera antes del ingreso al penal, y así formó Acifad, la asociación que se encarga de brindar asesoramiento y contención a los familiares de personas privadas de libertad en cárceles federales. «Acifad fue creciendo mucho, y a raíz de todos los llamados que recibo todo el tiempo de familiares de detenidos me fui convirtiendo en una referente en el tema», explicó la mujer. La población penal del Servicio Penitenciario Federal de Argentina es de 6.667 procesados, 3.687 condenados, y nueve inimputables; de los cuales 9.605 son de género masculino, 733 de genero femenino y 25 transgénero. El amor siguió y Andrea y su esposo tuvieron luego un hijo, Joaquín, que actualmente tiene diez años: «Cuando nació el bebé, a Alejo lo trajeron un minuto al Hospital Durand para que pudiera conocerlo», recordó la mujer en el marco de una escena que calificó como «inolvidable». Las visitas íntimas que las mujeres realizan a sus esposos detenidos se otorgan cada 15 días, en una fecha y horario determinado, previo a una serie de análisis médicos: «Es un móvil con aproximadamente diez cuartos que tienen una cama de dos plazas y un baño, sin espejos ni nada por el estilo», describió An

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