Un colectivo de 15 organizaciones de médicos, investigadores y profesionales vinculadas con la salud y los derechos humanos aseguró hoy que el combate al Aedes aegyti, el mosquito que transmite el dengue, el zika y la chikungunya, «está enfermando a la Tierra y a las personas» en el país y en la región debido a «la fumigación con químicos», aunque desde el Ministerio de Salud relativizaron los efectos negativos de esas acciones. A través de un comunicado difundido hoy, las entidades advirtieron sobre «un posible agravamiento de la epidemia» y rechazaron la consigna «sin mosquito no hay dengue» porque «reduce la grave problemática a la descacharrización y la fumigación con químicos». «El problema del dengue es la pobreza y la desigualdad ambiental», dijo a Télam Medardo Ávila Vázquez, de Médicos de Pueblos Fumigados, una de las entidades que junto al Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) y a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), entre otras, busca informar sobre «la verdadera dimensión de la epidemia». El dengue, según describió el colectivo, «afecta a los barrios más pobres, carentes de agua potable, y donde las aguas servidas, de pozos y estancadas, generan un ambiente propicio para el desarrollo del mosquito». «El mosquito se reproduce sobre todo en lugares degradados ambientalmente y ese es el desafío: mejorar la calidad del aire y del agua de los barrios y no empeorarlos, regándolos con insecticidas», aclaró Ávila Vázquez. Descacharrizar, según el referente de Médicos de Pueblos Fumigados, «es una medida que responsabiliza de la erradicación del mosquito a los habitantes de los barrios y debería estar acompañada de otras acciones que mejoren sustancialmente las condiciones de los lugares degradados ambientalmente». Mientras que «fumigar sólo mata al 40 por ciento de los mosquitos y daña la salud del ambiente y las personas, no consigue evitar que las larvas vuelvan a desarrollarse a las 48 horas», completó Avila Vázquez. Esos números fueron relativizados por el director Nacional de Epidemiología, Jorge San Juan, quien diálogo con Télam afirmó que «no hay un estudio en todo el mundo que diga que esto no sirve, y no sé que hubiera pasado si no hubiésemos hecho esto». Desde la ciudad de Brasilia, donde asiste a una reunión de la Organización Panamericana de Salud, San Juan afirmó: «Estamos haciendo lo que se debe hacer, que es lo que se hace en todo el mundo». «Con respecto al efecto sobre los humano, con las concentraciones que estamos usando, en todos estos años, no hemos visto alguna complicación», afirmó el funcionario, y completó: «Algunos me han dicho que puede ser que no haya mariposas, pero estamos en medio de una epidemia en todo el mundo, incluso acá en Brasil, y no tengo un efecto comparativo para saber que hubiese pasado si no hacemos las fumigaciones». El documento de las organizaciones señala que e los países de la región la epidemia se agrava bajo «condiciones de pobreza y de vida aún malsanas y precarias de millones de personas y familias en nuestros países, carentes de acceso a agua, con reservorios perfectos para reproducción del mosquito en contextos de lluvias y temperaturas propicias». Entre las entidades firmantes están también la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas (Repal), el Movimiento por un Sistema de Salud Integrado (Mosis), el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario (UNR), la Federación Médica General (FAMG), la Red Universitaria de Ambiente y Salud (Reduas), y el Colegio de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires.
Dengue: advierten que el combate al mosquito agrava la emergencia ambiental
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