Las obsesiones del trío británico Fat White Family tienen un nuevo disco

El grupo, integrado por Saul Adamczewski (voz y guitarra) y Nathan Saoudi (órgano), y completado en los vivo por Adam Harmer (guitarra), Joseph Pancucci (bajo) y Dan Lyons (batería), se formó en Londres y grabó su primer disco, «Champagne Holocaust», sin pensar que en algún momento el grupo se profesionalizaría en la música. “Whitest Boy On The Beach”, primer corte del disco Songs for Our Mothers de Fat White Family Con muchas guitarras y armonías en las voces, una concepción musical cercana a la escena Madchester y a The Stone Roses, y con una actitud completamente alocada, los Fat White Family llegaron a presentarse en el último Glastonbury y a cerrar el año con conciertos en Canadá y Estados Unidos. «Este disco es mucho más que un catálogo de nuestras obsesiones, entendidas como una aventura sensual, donde hay sexo, drogas, política y muerte y en la que ahora hay que respirar», comentó el vocalista del grupo desde Los Ángeles, a dónde se mudó a la espera del inicio del tour para presentar su nuevo disco. Sus conciertos, por lo que se puede apreciar en internet, son una simbiosis entre diversos estilos musicales y actitudes, con someras puestas de escena, en las que se destaca el desgarbado cuerpo de Lias Saoudi, en cuero, tirándose sobre el público y saltando como si fuera un cantante de heavy metal. Ese espíritu de descontrol es el que, dijo, traerá a fin de año a Argentina, en una gira que todavía no está confirmada y que tendrá a «algunos países más» de América latina. -Ustedes dicen que «Song For Our Mothers» es una invitación a un paseo por el Mediterráneo, Tina Turner, el consultorio del Doctor Harold Shipmans y un búnker nazi. – El álbum tiene muchos caminos y cada uno que lo escuche puede tomar el que quiere. Tenemos un montón de obsesiones que suelen saltar en las composiciones y que están basadas en sensaciones y experiencias de vida de cada uno de nosotros y que están plasmadas, junto a nuestros sentimientos, en el disco. – Entre las canciones se destaca «Duce», un especie de marcha y de réquiem, que contiene esa atmósfera densa e irónica, la cual, también, está en todo el disco. – Esa canción apunta hacia el origen de las pasiones humanas, algo que es muy particular y fascinante. Creo que tiene una atmósfera que envuelve y que hace que uno se deje llevar. En sí, la atmósfera del disco es un poco loca, aunque no quisimos crear una en particular. – También invitan a «respirar» dentro del álbum. ¿Cómo se logra eso, teniendo en cuenta la cantidad de obsesiones que hay? – Nosotros invitamos a respirar dentro del disco. Eso no tiene por qué ser fácil ni difícil. Depende mucho de la experiencia personal que cada uno tenga al escuchar el álbum y cómo lo quiera realizar. Nadie escucha de la misma manera el mismo disco, así que podemos decir que no existe un único disco, eso siempre depende de cómo lo escucha cada uno. – En comparación a «Champagn Holocaust», «Song For Our Mothers» deja un poco de lado el rock, pero mantiene un ambiente denso y de oscuridad. – No buscamos particularmente cambiar lo musical, simplemente intentamos disfrutar el proceso compositivo y el hecho de la música en sí. Si el proceso natural de lo que hacemos es cambiar, entonces vamos a seguir cambiando. – En ese sentido, ¿cuáles fueron las diferencias al momento de producir los discos? – Para el primer álbum estuvimos todos juntos en una casa componiendo, alrededor de dos años, con un formato un poco más de canción. Fue un proceso más orgánico, con menos presión que para el segundo disco. En cambio, para «Songs…», el proyecto se volvió más ambicioso porque hay más gente esperándolo en la calle. Para cada disco uno crea un modo de trabajo que tal vez al disco siguiente cambie. Son procesos. – De todas formas, ¿tienen una rutina o una manera concreta de encarar las canciones, teniendo en cuenta la gran orquestación que tienen? – Cuando creás una canción va saliendo y el proceso de creación es muy particular en cada una de ellas, desde el momento e