Se trata de la Escuela Rural 294, que a mediados de abril inauguró su llamativo nuevo edificio de 270 metros cuadrados, gracias a la tarea conjunta encarada por la comunidad y por unos 200 voluntarios y becarios de Sudamérica y el resto mundo, quienes trabajaron bajo la dirección del arquitecto estadounidense, Michael Reynolds, creador del sistema Earthship de construcciones armoniosas con la naturaleza. La construcción demandó un total de 7 semanas, según explicó Martín Espósito al programa radial Planeta Azul de Radio Milenium, integrante de la organización uruguaya TAGMA, que impulsó, organizó y reunió el financiamiento para el proyecto. $(document).ready(function(){ Galleria.loadTheme(«/js/galleria/themes/twelve/galleria.twelve.min.js»); Galleria.run(«.galleria»); }) «Mucho de los colaboradores viajaron para aprender el método constructivo de Earthship, asegurando la posibilidad de replicar esta experiencia en otras partes de nuestro país y la región», indicó. Reynolds, un reconocido arquitecto estadounidense, realiza sus proyectos basado en el concepto de que los hogares y edificios «tienen que responder a las necesidades del ser humano». Bajo esta premisa fundó su propia comunidad en el desierto de Taos, en Nuevo México, y comenzó a proyectar un método constructivo que permitiera a las personas ser más independientes, «gracias a una relación armoniosa e inteligente con la naturaleza». La idea de Reynolds es vivir en mayor armonía con el entorno, en hogares en los que se aprovechen y reutilicen desechos que hoy representan un desafío para el ecosistema, «sin renunciar al confort y mejorando la calidad de vida». Las construcciones proyectadas por Reynolds se encuentran en lugares tan diversos como Sierra Leona, Australia,Escocia, Bélgica, España, Francia, Holanda Canadá, Estados Unidos,Guatemala, Haití, Argentina y México, entre otros. Sus edificaciones están diseñadas para generar energía eléctrica, calefacción, agua corriente y alimentos orgánicos, en tanto que para su construcción se reutilizan diversos desechos como neumáticos, latas y botellas. TAGMA, la organización que impulsó la construcción de la escuela, es una entidad sin fines de lucro, conformada por técnicos y profesionales que trabajan de forma voluntaria «con la misión de construir y habitar el mundo de formas más sostenibles, en una lógica de intercambio con la naturaleza que se traduce en mejor calidad de vida». «Nuestro objetivo con este proyecto fue impulsar e implementar un modelo de escuela cuyo corazón sea un edificio autosustentable, que minimice costos operativos y facilite aprendizajes significativos sobre innovación y sustentabilidad para toda la comunidad», dijo Espósito. «El proyecto comenzó hace casi ya cinco años cuando descubrimos el documental El Guerrero de la Basura de Raynolds y vinculamos el trabajo de él con la necesidad de escuelas públicas en el Uruguay», dijo Espósito. Explicó que la generación de energía eléctrica de la escuela se realiza a través de paneles fotovoltaicos, que forman parte de un sistema de energía construido por Earthship. El agua potable surge de agua de lluvia y se utiliza en distintas instancias y filtrados de por medio, para el consumo, los baños y el riego. Un 60 por ciento de los materiales utilizados en el edificio son reciclables como neumáticos, botellas de vidrio y de plástico, latas y cartón, en tanto que existe un 40 por ciento de materiales que son tradicionales. La construcción fue una instancia educativa, de taller de aprendizaje, sobre la metodología de Earthship y para ellos se abrieron 20 cupos con becas para uruguayos, 40 cupos para gente en Latinoamérica y 40 cupos para gente fuera de Latinoamérica, explicó Espósito en el video explicativo del proyecto. Los becarios fueron divididos en dos grupos, los que recibían clases en español y los que las tenían en inglés, una día un grupo tenía clase teórica y el otro trabaja en la obra y así alternativamente. Francesco Fassina, un de los voluntarios que
En un pueblo de Uruguay ya funciona la primera escuela pública autosustentable
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